Cuando salí del baño, Tae no estaba en la habitación. Aproveché para buscar algo que ponerme. Un vestido azul con unos tacones negros. Entré en el baño para secarme el cabello y maquillarme, sentí la puerta de la habitación cerrarse.
—¿Tae?—pregunté intrigada.
—Sí, soy yo.—gritó desde alguna parte de la habitación. —¿Ya estás?—entró en el baño. Lo vi a través del espejo y le sonreí. Camisa blanca y pantalón negro. Sexy.
—¿En dónde estabas?—pregunté mientras cepillaba mi cabello.
—En recepción.—dijo mientras observaba mi máscara de pestañas. —¿Para qué sirve éste palo?—lo había abierto.
—Primero, no es un palo.—reí y se lo saqué de la mano. —Y segundo, se usa para pintarse las pestañas y alargarlas.—le dije. Me sonrió. Comencé con el maquillaje mientras el posaba su mirada en mis acciones. —¿Qué hacías en recepción?—
—Ese invento es una pérdida de tiempo.—dijo mirando como colocaba la máscara de pestañas.
—Tae, tienes cerebro de primate.—le dije. Rió con gracia. —Dime, ¿qué hacías allí abajo?—
—Ah, me llamaron porque faltaba un florero y lo tuve que pagar.—me dijo. Me sonrojé. — ¿Sabes quién pudo haberlo roto?—
—Perdón, estaba enojada.—
—No te preocupes.—dijo desinteresado. —Ya me aburrí.—
—Okey, déjame que termino con el maquillaje y nos vamos.—
—Ok.—salió del baño y se tiró en la cama. —¿Por qué te maquillas?—gritó.
—Para verme linda.—
—No necesitas el maquillaje.—dijo mientras jugaba con un almohadón. Sonreí frente al espejo. —Yo creo que eso es una pérdida de tiempo.—
—¿Por qué lo crees?—tomé mi cepillo de dientes y la pasta dentífrica. La coloqué sobre el cepillo y comencé a cepillarme.
—Porque la mujer mas bella siempre es la más natural.—dijo. Enjuagué mi boca para responder.
—A veces me sorprendes Tae.—dije apagando la luz del baño para salir. —Listo, vamos.—
—Al fin.—dijo levantándose de la cama. —Ya me estaba poniendo nervioso.—
Me coloqué unas gotas de perfume, tomé mi bolso y salimos. Llamé el elevador mientras Tae cerraba la puerta de la habitación. Bajamos hasta la planta baja y salimos del hotel.
—Por aquí se estacionan los taxis.—dijo mirando a lo lejos. —Ven aquí.—tomó mi mano mientras me encaminaba hacía donde estaban los taxis.
Subimos a uno. Tae le indicó a donde íbamos. Como de costumbre, yo desconocía las calles, pues claro nunca en mi vida había salido de Nueva York.
Mi mano reposaba sobre mi pierna, y sobre esta, la mano de Tae, quien brindaba pequeñas caricias a mi recién encremada piel.Observé el camino a medida que el automóvil avanzaba. Calles, parques, gente andando por allí. De seguro era el centro de la ciudad. Las estrellas dispersas por el cielo y una hermosa luna que hacía contraste. Sonreí, al parecer Tae lo notó.
—¿En que piensas?—preguntó risueño.
—En nada.—dije aun observando el lugar. —Es todo muy lindo. ¿No crees?—
—Claro que sí.—suspiró para llamar mi atención. Dejé el paisaje de lado y le dediqué mi mirada. —¿No habías venido nunca?—preguntó curioso.
—Nunca.—dije mientras arreglaba el pinta labios en mi boca. —¿Tu si?—
—Sí.—contestó cuando el auto se detuvo. —Podemos seguir la platica en la mesa.—me sonrió. —¿Cuánto es?—le preguntó al taxista.
—$14, 45.—respondió mirando el aparato digital. Tae sacó su billetera y le pagó.
—Muchas gracias.—dijo abriendo la puerta.
—A ustedes. Que disfruten.—agregó el hombre.
Baje detrás de Tae, a solo segundos de cerrar la puerta, el taxi retomó su camino. Tae tomó mi mano, haciéndome dar cuenta de que estábamos frente a un hermoso restaurante.
—Wow, ¿aquí cenaremos?—pregunté atónita. Me miró y sonrió.
—Exacto, no sabes lo que me costó conseguir para poder cenar aquí, así que espero que te guste.—
—Por ahora, me gusta el lugar, veamos que tal la comida.—le sonreí, me devolvió el gesto. Entramos y un hombre de traje nos dio la bienvenida haciendo una elegante reverencia.
—Buenas noches. ¿En qué les puedo servir?—preguntó el hombre.
—Buenas noches. Tenemos una reservación.—
—Apellido.—dijo el morocho mientras sacaba una libreta.
—Kim.—contestó Tae. —Mesa para dos.—
—Sí, aquí esta.—dijo sonriente. —Los acompaño.—nos condujo hasta una pequeña mesa de a dos. —Que disfruten la velada.—agregó antes de irse.
Nos sentamos uno frente al otro. Minutos después un mozo dejó el menú sobre la mesa y se retiró.
—¿Qué vas a pedir?—me preguntó mientras buscaba algo para cenar.
—No lo sé.—dije pensativa. —Es que todo es tan elegante.—agregué. —¿Tu que pedirás?—
—Tampoco sé.—dijo pensativo. —¿Has comido algo de ésto?—preguntó arqueando una ceja.
—No.—reí. Que poca cultura. —¿Tu?—
—Yo sí, pero muy pocas. ¿Pedimos algo para compartir?—preguntó.
—Claro. ¿Algo como qué?—levanté mi mirada para encontrarme con sus ojos color miel mirándome.
—Mmm... ¿Pechugas de pollo a la gordonblue?—
—¿Ah?—levanté una ceja. —¿Qué es eso?—pregunté casi en un grito.
—Baja la voz.—rió. —Es pollo.—me explicó, asentí.
Mientras hablábamos el mozo que antes había dejado el menú sobre la mesa, nos tomó el pedido. Luego trajo las bebidas y más tarde la comida.
—¿Te gusta?—preguntó mientras pinchaba de su plato.
—Sí, está bueno.—le sonreí.
—Me alegro.—me devolvió la sonrisa. —Bueno...—sí, estaba nervioso. Pero... ¿por qué?
—Bueno...—repetí graciosamente. —¿Qué quieres decir?—pregunté. —Si tienes algo que decir, dilo, sin rodeos.—
—Mejor te dejo comer tranquila y luego lo hablamos.—me dijo. Arqueé una ceja. ¿Qué estaba pasando?
—Dime... puedo comer y hablar a la vez.—
—Okey, no es de lo que quiero hablar pero creo que debemos.—me dijo. No comprendí.
—¿Entonces?—lo incité a seguir.
—La boda.—dijo. El pollo que pasaba por mi garganta se quedó atorado.
Es que no quería pensar en éso, solo quería que ocurriera de una buena vez y ya dejar de pensar en lo que vendría luego, la luna de miel, mi peor pesadilla, Tae y sus fantasías sexuales.
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La bella y la bestia - Kim Taehyung
Fanfic¿Feo? Feo es cuando la persona que más amas es la persona más fría del mundo. ¿Triste? Triste es que le intentes demostrar tu amor y te saque a patadas de su vida. Lo peor es que tu seas la pobre indefensa presa de sus castigos y malas costumbres. V...