Navidad

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Estamos a 24 de diciembre y eso solo quiere decir que es noche buena y que mañana es Navidad.

Hace unos años habría estado eufórica por que llegara el día de hoy, pero con el paso de los años las cosas cambian.

Cuando eres pequeño lo que más deseas es que llegue la Navidad porque viene Papá Noel y vas a casa de la yaya a comer sopa y canelones. Bien, mientras lees esto imagina que vuelves a tener 7 años. Tus padres te dicen que como hoy es noche buena vais a cenar a casa de la yaya y puede que os quedéis a dormir. Pero OJO, tenéis que acordaros de dejarle una nota a Santa Claus para que no deje los regalos en vuestra casa, sino en casa de la abuela, que es dónde vais a dormir.

Lo hacéis y os preparáis, os ponéis bien guapos ya que en esa cena estarán todos los tíos y los primos. Llega la cena y hay pan con tomate, embutido y tortilla. Mientras los mayores hablan de cosas que no te interesan, tú hablas con tus primos sobre qué le han pedido al querido Santa. Después de escuchar todo lo que han pedido sabes que no ha sido tan buenos como para que les traiga todo lo que han pedido, pero no le dejas una nota a Papá Noel porque si lo haces entrarás en la lista de niños malos y lo único que obtendrás de la Navidad es estar enfadado con carbón y teniendo que aguantar como tus primos abren sus regalos, así que si alguien te pregunta dices que todos habéis sido muy buenos.

Llega la hora de dormir y le dices a tu abuela que ya le has dejado a Santa Claus una nota en casa para que no vaya a casa, pero que por si se pasaba por allí le has dejado unas galletas, un vaso de leche y agua para los renos. Tu abuela sonríe y te da las buenas noches y antes de las 11 PM ya estás metido en la cama porque si Santa te ve despierto no te dejará regalo. 

La noche pasa con complicaciones, ya que te despiertas como 20 veces antes de que amanezca. La última vez que te despiertas ves a tu hermana pequeña despierta llorando.

-¿Qué te pasa?

-Es que llevo un rato despierta y si Papá Noel me ha visto pues no me dejará regalo.

-Ven aquí, vamos a dormir un ratito más. - Le dices, y le haces un hueco en tu cama para que se tranquilice.

Son las 7 de la mañana y ya no puedes estar más en la cama. Despiertas a tu hermana y bajas corriendo al comedor, donde no hay ni galletas, ni leche ni agua. Papá Noel y sus renos han estado allí. Y efectivamente, encima de la mesa, ves los regalos. Hay para todos. Incluso para la yaya. 

Vas corriendo a despertar a tus padres y a tu abuela para que vean que tienen regalos. 

¿Sabéis lo malo de despertarse tan pronto el día de Navidad? Que hasta que no están todos no puedes abrir los regalos. Es una regla no escrita que todos respetamos. 


Pasan los años y e dicen que Papá Noel no existe. Cuando llega la Navidad lo único que quieres es que no se acaben las fiestas para no volver al instituto y quedar con los amigos. Te da igual irte a dormir pronto, dejar galletas y leche y te da igual dónde duermas. Entonces ves a tu hermana pequeña que ella sí que lo vive y te da envidia. Te acuerdas de esos años en los que cada vez que escuchabais un ruido  os hacíais las dormidas, y cuando lo recuerdas se te salta una lágrima. 

-Tata, ¿qué te pasa?

-Nada pequeña, duerme, que sino Santa no te dejará nada. 

-Ven, duerme conmigo, así también te dejará algo a ti. - Y eso es la gota que colma el vaso y te hace llorar toda la noche, pero no antes de que ella se duerma. 

Los papeles han cambiado. La que te despierta es tu hermana y aunque no quieres bajas corriendo al comedor, le sigues el juego. 

-Alba, también hay para ti. Santa no te vio anoche mientras no dormías.

-Menos mal... - digo pasándome la mano por la frente.


Tu hermana ya se ha hecho mayor y ya nadie tiene esa ilusión por la Navidad como se tenía antes. Cada vez hay más sitios vacíos en la mesa. Los primos ya no vienen y nadie se queda a dormir en casa de la yaya. No se monta el árbol, no se monta el pesebre, tienes que comprarte tú mismo los regalos si quieres recibir algo. 


Un par de años después de esa Navidad llega la gran noticia. El primo grande ha sido padre y eso quiere decir que hay un nuevo pequeño que nos hará volver a creer en la Navidad. 


Con esto quiero deciros que, por mayores que seáis, disfrutad de la Navidad como un niño pequeño. Dejad galletas, leche y agua el día de noche buena, montad el árbol y tened algún regalo para las personas con las que vives. Que no se pierda el espíritu de la Navidad, pues si eso se pierde, pierdes al niño que lleva dentro y cuando tú seas padre, tus hijos no podrán vivir lo que tú viviste durante unos años de tu vida, los mejores sin duda. 


Feliz Navidad a todos.


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