Capítulo 7. Final

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Y en una mañana, cuando el sol derretía la nieve, anunciando que la estación comenzaba a cambiar, ambos se despidieron.

Y el camión de mudanza comenzó su marcha.

Hubo lágrimas, más no promesas ni palabras sin sentido.

Sólo verdades, algunos "te quiero " y uno que otro "te extrañaré."

Y el menor se despidió sigilosamente secando su llanto.

Para que el otro no pensará que de verdad era ridículo.

Y esa misma tarde, del día de la despedida, la madre de Cy recibió una llamada.

Y dudó antes de contestar pero lo hizo.

— Hola.

Las palabras del comienzo de una conversación se transformaron en vacío. La mujer llevó su mano a su rostro, con horror y lágrimas formándose en sus ojos claros.

— Entiendo...-se esforzó por decir y colgó.

Su niño seguía en la escuela, y esperaría a que volviera. Para darle la no tan amigable noticia.

Y las horas pasaron, más rápido de lo normal, como si el tiempo conspirara en contra del niño, como si un karma pecaminoso lo siguiera.

— Cielo, tengo algo que decirte, primero calma y siéntate .-fue lo primero que dijo la madre al abrirle la puerta.

— ¿Bueno?

Y al sentarse cada uno en un sofá, la mujer lo miró a los ojos, preguntándose si estaría bien lo que diría, y cómo lo diría.

— Hoy recibí una llamada...-hizo una pausa incómoda-. Me informaron que la familia de Luca tuvo un accidente en la vía.

Los ojos de Cy se abrieron de par en par, la sangre dentro de su cuerpo se agitó, y todo dentro de él se vio acechado por el miedo, pero asintió esperando que su madre prosiguiera.

— ¿Lu está bien?

Su madre bajó la mirada y comenzó a llorar.

— Lo siento mucho, bebé. Lo siento tanto.

¿Cuál es el sonido de un corazón rompiéndose? No, no es esa la pregunta.

¿Cuál es el sonido de un corazón que ha renunciado a sus ganas de vivir?

Sonaría hipócrita, el hecho de que cuando lo tenía no lo aprovechó, y ahora...

Ahora que ya no escucharía su voz, ni lo vería sentarse a lo lejos, no se sentía capaz de derramar una lágrima.

Lloró, de hecho, lloró tanto que el mundo pareció detenerse unos instantes sólo para escucharlo.

— Mamá no. No, no, no, él va a volver, lo prometió.

Su madre cerró los ojos y abrazó fuerte a su hijo, quien la apartó y corrió hacia la calle.

Resbaló por la nieve derretida y sin fuerzas para ponerse de pie, lo intentó.

Volvió a correr, mientras las lágrimas recorrían su rostro y su corazón latía dolorosamente.

Encontró un árbol.

Uno que le dio sombra para dormir, y lloró.

Lloró demasiado, como la vida le había prohibido hacerlo, pero lo haría, dejaría de fingir, porque así se lo prometió a su amigo, y también durmió, como hace mucho no lo había hecho, porque en las noches la inseguridad lo privaba del sueño.

Y Lu no volvió nunca, porque los muertos no resucitan por mucho que llores.

Y apoyado en el tronco del árbol se abrazó a si mismo esa tarde, y no volvió a casa hasta que su madre logró encontrarlo.

Cy pasó mucho tiempo sólo, ya que había dejado de fingir que todo estaba bien, y ese año cambiaría de escuela, para comenzar de cero.

Y también estuvo sólo.

Porque creyó que nadie reemplazaría el tiempo que no le dio a su Lu.

Su madre se arrepintió de haberle dado la noticia, pero aunque la verdad era dolorosa, la verdad era.

— ¿Crees que si lo hubiera abrazado, crees que si no lo hubiera soltado, él seguiría aquí conmigo? .-sollozaba.

Lo hacía así las primeras noches después de la noticia. Y lo hizo tambien las siguientes sin que nadie lo notara.

Sin embargo, más horas pasaron y el tiempo se detuvo en un instante.

Cuando realmente comprendió.

Que nunca lo cuidó como para llorar por él.

Y que lo único que jamás le brindó fue una sonrisa verdadera.

Y meses después, en la lápida que decía aquel inolvidable. Se puso de rodillas y recordó cada momento feliz que vivió junto al de ojos claros.

Junto a Lu.

Y no lloró, porque ya lo había hecho lo suficiente. Le dijo cuanto lo amaba, también le dedicó una sonrisa.

Ya que se las debía, y esta vez fue real, porque hubo falsedad suficiente en su vida, porque necesitaba hacerlo, también porque prometió que jamás volvería a fingir con nadie.



Fin.

Tears vs Smiles. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora