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Los gritos de todas mis fans aún retumbaban en mi cabeza. Tantas veces queriendo que callasen y ahora no me las puedo—ni quiero—sacar de la cabeza, qué irónico, ¿no?

Entro en mi nueva casa sin decir ni una palabra. Todo esta en un incómodo silencio a mi parecer. ¿Qué me pasa? No lo sé. Quizás la inquietable monotonía de todos los días de mi fama se ha convertido en mi rutina y ya la echo de menos. Habrá que acostumbrarse, ¿no?

Dejo todas mis bolsas en el sofá y me voy a inspeccionar el pueblo.

Camino por la calle y nadie me reconoce, algo que hace años que no me pasa. Muchas niñas bonitas pasan por las calles, todas en silencio, un silencio que me saca de quicio ¿Es que nadie va a decir nada?

Harto por todo este raro comportamiento me voy andando hasta el que parece ser un estadio abadonado y ahí canto (en multimedia)

-¿Quién está ahí? ¡Tengo una escoba y no tengo miedo a usarla!

El Pueblo De Los Talentos PerdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora