La Niña de los Ojos Tristes

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Había una vez... Una niña llamada Isabella ella adoraba ir al parque y no justamente el que estaba enfrente de su casa sino el que era conocido por ser el más grande y el más hermoso de la ciudad, tenía todo lo que un niño de 8 años quería, puestos de comida, juegos, un carrusel, cajas de arena... En fin infinidad de atracciones por esta razón a diario suplicaba a su madre para que la llevará.

Aquella tarde como todas las demás caminaba de la mano de su madre en dirección al parque mientras le contaba anécdotas de lo que le había pasado en el colegio, sólo le tomaba 20min en llegar al parque pero como la paciencia no es una de las virtudes de Isabella el camino se le hacia eterno.

-Llegamos- anuncio su madre al tiempo que soltaba su mano -Puedes ir a jugar pero procura quedarte en donde te pueda ver.

Y no le dijeron dos veces, se alejó dando pequeños saltos hacia los columpios su atracción favorita, sin embargo al llegar se dio cuenta que todos estaban ocupados, incluso en el que siempre se sentaba, sintió tanta molestia que maldijo al niño y deseo que se lastimará para poder ocupar su lugar, luego se arrepintió de haber pensado eso y se preguntó si Santa Claus adivinaría los pensamientos de las personas. Mientras pensaba a que juego iría observó que a lo lejos había una niña sentada en una pequeña colina, Isabella sintió curiosidad y se acercó para poder observar mejor a aquella pequeña solitaria, se sorprendió cuando al estar casi a su lado notó que la pequeña estaba llorando, se preguntó el por que alguien con ojos tan bonitos tomaría la molestia de esconderlos bajo un mar de lágrimas. La niña levantó la vista sobresaltando a Isabella, tenía la mirada triste y un aspecto decaído. Pensó que sería de mala educación ignorarla, así que decidió hablarle

-Hola- la saludo al tiempo que se sentaba a su lado -¿Que te pasa?
-Nada- le contestó la niña mientras se limpiaba las lágrimas
-Claro que te pasa algo. Estas llorando- acotó Isabella
-Por supuesto que no
-Puedes contarme lo que te entristece. Se guardar secretos. Aide me dijo la semana pasada que esta enamorada de Miguel y no se lo eh contado a nadie- al momento de decir esas palabras, Isabella se dio cuenta de su error -Oh, pero debes mantenerlo oculto, Aide se enojaría mucho si se entera que te lo conté.

La pequeña se encogió de hombros y desvío la mirada

-Me siento sola- admitió
-¿Sola?- repitió Isabella -¿No tienes amigas?- la niña negó con la cabeza -Pero si tienes a tu familia ¿Verdad?- volvió a hacer un gesto de negación.

Isabella guardó silencio por un instante. Pensó en como se sentiría si no tuviera a alguien con quien jugar, ir al cine o divertirse en el colegió, imaginó como sería su vida si sus padres no la quisieran y la ignoraran todo el tiempo, se le hizo un nudo en el estómago de sólo pensarlo y volvió a mirar a la niña. Se levantó y le ofreció una sincera sonrisa

-Yo seré tu amiga pero tienes que cambiar tu expresión, no me gusta verte triste

La pequeña volvió a secarse las lágrimas y la miró sorprendida

-¡¿Es enserio?! ¡Gracias!- también le sonrió

Isabella asintió y luego arrancó una de las flores que adornaba el parque

-Toma- le dijo entregándole la flor, era de un bonito rosa pálido y emanaba un rico aroma, la niña se ruborizó -Me llamó Isabella ¿y tu?
-Leslie- respondió aceptando la flor -Gracias por ser mi amiga- añadió

A partir de aquel día Isabella y Leslie se encontraban en el mismo sitio del parque todas las tardes, ambas procuraban acudir siempre a sus citas. Incluso en una ocasión Isabella logró ocultar un principio de gripe a su madre. De ningún modo se perdería pasar un rato con Leslie. Juntas habían inventado muchos juegos con los que podrán divertirse durante horas.

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