Capítulo 5

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Sin tener un lugar a dónde dirigirse, decaído, se detuvo frente a una de las bancas que el puerto de Atenas tenía instaladas en el malecón sentándose. Analizaba con detenimiento las situaciones anteriores percatándose que la chica de la cafetería le entregó su café a Saga... de ahí fue directo a la biblioteca y después... ¿Dónde diablos se había metido? Parecía como si se hubiera esfumado en el aire. Ya no había más rastro que seguir, ¿Qué iba a hacer ahora? ¿Regresaría a Cabo Sunión? No. Todavía tenía la esperanza de encontrarlo y se rió de sí mismo al notar que sólo había pasado un día de búsqueda. Sin duda, lo encontraría y... dado el caso de hacerlo, ¿Qué sucedería después?

No lo sabía. Como siempre, actuó sin meditar en las consecuencias. Suponía que eso se resolvería más tarde, pero no siempre resultaba así. Pensó sarcástico, "Claro, ¿Cómo voy a llegar y decirle: Saga, soy tu hermano gemelo que he buscado toda mi vida? Compartamos nuestro amor prohibido y olvidemos el mundo que nos rodea. Eso es ridículo. " Se enojó consigo mismo por sentirse tan idiota. Consternado, sacó de su pantalón una cajetilla de cigarros, de la que tomó uno y lo encendió. A su jefe, Julián Solo, no le gustaba que fumara, pero el gemelo poco le importó su opinión en ese momento. Deseaba ver una vez más su reflejo en las turbulentas aguas de océano, así que se acercó y depositó su cuerpo dejando que le colgasen las piernas.

Inclinándose hacia el frente, pudo vislumbrar su rostro desfigurado del movimiento y los mechones azules cayendo verticales. Tuvo que abrazarse para no perderse entre la ilusión de Poseidón y sus recuerdos. El sollozo inundaba sus esmeraldas impidiendo que observara su propio perfil. Pero a la imagen se añadió otro rostro igual que lo miraba en el mar con misericordia. Kanon, por un momento, creyó que su imaginación volaba demasiado rápido y había creado un espejismo... espejismo por el cual sufría una pérdida confortable con el sólo tocar su piel una vez más...

―Oye, amigo, ¿Estás bien? ―Preguntó la figura reflejada. Arrojando el cigarro lejos de sí, cubrió su rostro con ambas manos negando en silencio. La misteriosa voz lo reprendió alegrándolo. ―No es correcto que lances eso al mar. Se contaminará pronto.

―Por favor, estoy en un momento difícil y te agradecería que te retiraras por el camino que viniste. ―Pidió sin dejar de llorar. La silueta se sentó al lado de Kanon y lo abrazó enternecido:

―No podría si te encuentras en ese estado, amigo. Por lo menos, cuéntame qué te tiene así, ¿Algún amor no correspondido?

―No. Lo siento. ―Secó los manantiales con los puños que mojaban sus orbes sin mirar al desconocido. ―Es que... estaba buscando a alguien y me desesperé... lo siento de verdad...

Sus labios se curvaron hacia arriba un momento para enfocar su vista hacia el salvador de su desconsuelo. Quitó sus dedos de la cara y la sonrisa se transformó en una mueca certera de la impresión. Pronto, su cuerpo comenzó a temblar inconsciente sin poder creer que un individuo de la misma edad que él, corte y largo del cabello, aunque el color del hombre fuese más intenso que el suyo y el mismo tono glauco de sus ojos estuviese al lado. Para cerciorarse que los trucos de su inconsciente no hubieran puesto en marcha su cruel mecanismo, agarró con fuerza sus hombros e inquirió temeroso, a pesar de la sorpresa del otro:

― ¿Saga? Dime, ¿Esto no es una ilusión? ¿Eres tú realmente?

―Sí, me llamo Saga... ―Balbuceó el nombrado sin dejar de pasar sus pupilas por la silueta de él para tratar de procesar los datos recabados en su mente. Al observar detenidamente su rostro, se echó hacia atrás preguntando confundido. ― ¿Kanon? ¿Es cierto que eres Kanon?

―No lo sé... esto es muy confuso. ―Respondió desconcertado. ―Pero de algo estoy seguro. No tuve otro hermano más que tú...

― ¡Oh, Kanon! ―Acercándose, lo abrazó con más ímpetu, como si pudiera escapar de sus brazos. Los ojos de su gemelo no pudieron evitar el llanto de felicidad al ver que su meta había sido lograda al fin, después de catorce años de espera. El ocaso se mostraba testigo de tal anhelada reunión mientras se ocultaba bajo el manto del apacible mar...


Cuando el destino nos alcanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora