†CAPITULO 4†

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-¡SEIS Y MEDIA! ¡SEIS Y MEDIA!- Grita una y otra vez el velador de la colonia.

-Ernestina-Llamo a mi sirvienta.

-¿Se le ofrece algo mi lady?

-Preparame un baño de agua caliente, por favor-Le ordeno a la muchacha; Ernestina era una joven muy hermosa, cabello rizado, ojos color verde, tés negra y una maravillosa personalidad, era mi confidente y mi paño de lágrimas. Su único pecado al parecer era el ser de tes negra por eso a sido discriminada, humillada y repudiada por la nobleza. En las incontables fiestas es humillada por las damas y en otras ha sido víctima de acoso sexual e incluso han intentado violarla pero gracias a mi hermano Jacob siempre es salvada por todo tipo de acoso y humillación.

Entro a mi inmensa habitación de baño, por lo general las señoritas usan el camisón hasta para darse un simple baño o eso es lo que me han dicho mi madre y mis hermanas para mantener la pureza, ¡no tiene sentido alguno! Además se me hace una ridiculez, cierro mi puerta con un pequeño seguro y me safo de mi camisón, sumerjo un pie en la tina y después el otro puedo sentir como el vapor me quita el frío, me sumerjo cada vez mas hasta hasta meter mi cuerpo completo, una de las cosas que adoro de los baños que prepara Ernestina es que les agrega jabón perfumado olor a rosas, ese olor me encanta ya que me recuerda a mi niñez cuando recorría los rosales de mis abuelos.

-Mirena...- Habla mi madre del otro lado de la puerta con un tono un tanto desanimado y a la vez suplicante.

-¿Si Madre?

-Cuando termines, vistete con la mejor prenda que uses, peinate y baja al salón de baile, por favor, no me preguntes por que, solo hazlo- Me dice un poco preocupada al parecer, pero de todos modos ya iba hacer todo eso.

-Si madre.

Salgo de la tina, en uno de los cajones saco un nuevo camisón y me lo coloco con delicadeza. Me dirijo a mi gran armario donde busco mi vestido preferido color rojo, un rojo tan fuerte como la sangre y a la vez tan profundo como el vino, es largo y al cuerpo como todos y con mangas largas y al final de las mangas un bordado negro con dorado. Un vestido hermosisimo, me lo regaló la madre de Ernestina por mi generosidad con su hija, pensándolo mejor si tuve una amiga y es Ernestina al final de todo.
Dejo mi cabello caer por mi espalda hasta mi cintura, Ernestina me ayuda a colocarme un sencilla pero muy hermosa tiara con un rubí rojo en medio y diamantes más pequeños a su alrededor, mi preferida, herencia de mi bisabuela. Ernestina nuevamente me ayuda a ponerme un color rojo en los labios haciendo resaltar al instante mis maravillosos ojos azules.

-Listo mi lady, se ve mas que hermosa-Me dice con entusiasmo la joven.

-Gracias, en verdad, por todo Ernestina- Le digo dedicándole una sonrisa, agarro un perfume y ella delicadamente me hecha un poco, tampoco hay que exagerar y la exageración no va conmigo.

Bajo de mis aposentos en dirección al salón, espero que sea rápido lo que quiera mi familia, necesito y quiero ir a ese baile. Abro la enorme puerta del gran salón y me llevo la gran sorpresa de que todos estaban ahí, mis padres, hermanos y hermanas, tíos, primos, abuela, tías abuelas, amigos de mi padre, mis detestables cuñados y cuñadas, todos para mi desgracia parecía una fiesta, era mucho peor que eso al parecer.

-¡Mirena! Hija mía acercate por favor- Dice mi padre tomandome del brazo para llevarme al centro del salón, al parecer no lucia molesto, sino al contrario se miraba mas que feliz- Ingeras acercate- Demanda mi padre, esto no es nada bueno, Ingeras se acerca y se coloca del otro costado de mi padre- Amigos, familia y compañeros de toda la vida, los hice venir esta noche tan especial a mi hogar para prescenciar la pedida de mano de mi hija menor Mirena- Lucia tan orgulloso, todos comenzaron a aplaudir y a ver a Ingeras como todo un campeón ya que tengo fama de " Espanta Hombres".

Memorias De Una EnternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora