Juro que cuando nuestros labios se tocan, puedo saborear los próximos sesenta años de mi vida.
RUDY FRANCISCO
...
FIDELLlego a casa sonriente y arrojo las llaves del auto sobre la mesita de café. Este día se siente perfecto. Kea por fin aceptó volver a ser como antes y, aunque dice que todavía debo ganarme su perdón, no me preocupo por ello. Todo va mejorando y espero que siga haciéndolo.
Miro a mi madre tumbada sobre el sillón y suspiro apesadumbrado.
No hemos interactuado mucho estas últimas semanas. Yo he estado siempre de un humor horrible y ella parece evitarme por eso. O yo la evito para no tener que responder sus preguntas, quién sabe.
Cojo la manta en el respaldo del sillón y la coloco sobre ella. Mis dedos parecen cobrar vida propia y quitan un mechón de cabello que cubre sus ojos.
El corazón se me estruja al ver que ha estado llorando. Tiene el maquillaje corrido y los ojos hinchados, y yo solo puedo pedir en silencio que ningún tipo se haya sobrepasado con ella otra vez. No sé cuándo va a aprender o si alguna llegará a hacerlo.
Ha pasado por lo mismo tantas veces que uno piensa que va a dejar de cometer los mismos errores, pero ella sigue... y me duele verla así. Es mi mamá.
Tomo el teléfono del bolsillo trasero de mi pantalón y me dirijo a mi habitación. Me dejo caer sobre mi cama desordenada y miro el aparato entre mis dedos preguntándome si es buena idea mandarle un mensaje. Ya es algo tarde y no quiero despertarla.
De igual manera decido que no es mala idea intentarlo.
Yo: Ya estás dormida?
La respuesta no tarda en llegar.
Kea: No puedo dormir.
Yo: Ya somos dos. Yo tampoco puedo.
Kea: Llámame.
No tiene que repetirlo dos veces. Marco su número y ella contesta al segundo timbrazo.
—No es que te haya perdonado aún —dice apresurada—, pero en verdad desearía que estuvieras aquí.
Sonrío y cierro los ojos, disfrutando el leve susurro de su voz.
—¿Es una forma de decir que ya me extrañas? —bromeo. Ella resopla una risa y claramente puedo imaginarla rodando sus ojos—. Porque yo sí —confieso—, ya te extraño.
El silencio se hace durante algunos segundos y entonces ella suspira.
—Las cosas en mi casa se están poniendo algo raras. Mi papá dice estar dejando el alcohol, pero cada vez lo veo peor, y Diego... Bueno, mi hermano se marcha a otra ciudad pasado mañana. Va a ser algo raro estar sola de nuevo —se sincera.
Escucho sábanas removerse al otro lado de la línea y la imagino recostada sobre su cama en medio de la oscuridad.
—No vas a estar sola. Me vas a tener a mí —indico. Ella ríe.
—Justamente eso pensé. Me alegra que me hayas obligado a hablar contigo.
—Yo me alegro de que no te hayas cerrado otra vez, que me hayas dicho todo lo que pensabas y sentías.
Nuestras respiraciones son los únicos sonidos que llegan a mis oídos y puedo notar como se van calmando, volviéndose más lentas y profundas.
—Sigo teniendo miedo —murmura después de un rato.
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Besos que curan [ADL #2] ✔
RomanceKea es todo lo que Fidel no quiere: grosera, impulsiva y problemática. Entonces ¿por qué parece no poder sacarla de su cabeza? Queda prohibida la reproducción total o parcial de este material por cualquier medio sin el previo y expreso conse...