El Incidente

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"En este mundo no hay peor dolor que el de la soledad"

Habían pasado semanas desde la última vez en que Sakura había logrado comunicarse con la señorita linda de su mente. No recordaba exactamente su nombre pero quería hablar con ella.

Su padre, Kizashi Haruno accedió a que su pequeña hija recibiera un entrenamiento acorde a su edad pero a Mebuki le bastó con que accediera. Además ella consideraría cuáles eran los términos acordes a su edad.

− Kaa-san, ¿podemos ir al parque? - preguntó Sakura con sus manos unidas en forma de ruego

− Sakura-chan, tengo cosas que hacer - respondió Mebuki lavando los platos

− Por favor - rogó la pequeña haciendo acuosos sus ojos

− Está bien, está bien - aceptó su madre mirando sus ojos

Esa mirada siempre la convencía. Sakura sonrió para sus adentros.

Mebuki informó a su esposo que ella y Sakura saldrían a pasear al parque. En el camino hacia el lugar, fueron muy tranquilas las dos féminas caminando hacia el tan ansiado parque. Mebuki había aceptado ir al parque porque además de que Sakura se divertiría, ella podría charlar con sus amigas.

− ¡Ten cuidado, Sakura-chan! - advirtió su madre al verla correr hacia los juegos

− ¡Hai! - respondió trepándose a un tobogán y sonriendo

Luego de un rato, la pequeña Sakura se aburrió del tobogán y decidió ir hacia el cajón de arena donde podría armar castillos. Con mucho cuidado, logró armar un mediano castillo de arena. Sonrió con orgullo, le había costado hacer uno así.

Desde la sombra de un árbol, una bella mujer de cabellos negros observaba a los niños jugar entre ellos estaba su hijo pero alguien llamó su atención. Ella fijó su mirada en la niña que estaba jugando en la arena. Sentía algo extraño proviniendo de ella, una energía poderosa.

De repente, una niña mayor de cabello morado se acercó a Sakura junto a sus amigos. Sakura la miró confundida pues la estaba mirando con desprecio.

− ¿Qué es lo que miras, frentona? - se burló la niña mayor

− ¡Eso! ¡Eres rara con ese pelo rosa extraño! - se rio su compañero

− ¡No soy rara! - chilló Sakura con enojo

− ¡Sí lo eres! ¡Además de frentona eres sorda! - gritó otra niña que los acompañaba

− ¿Tú hiciste este horrible castillo? - rio la niña de pelo morado

− ¡Mi castillo no es horrible! - replicó Sakura con furia

− ¡Sí que lo es! ¡Y mira lo que haré con tu estúpido castillo! - exclamó la niña

La niña de pelo morado levantó su pierna bien alto y pisó el castillo deshaciéndolo por completo y dejando la marca de su sandalia sobre el. Sus amigos se rieron de lo ocurrido mientras Sakura miró al castillo con tristeza y luego fijó su mirada sobre la niña.

− ¿Cómo pudiste? - murmuró Sakura apretando sus puños haciendo que se volvieran blancos por la fuerza ejercida

− Se me antojó, ¿y qué?

SakuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora