amantes fríos

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un suspiro quebrado sale de tu garganta y siento como te levantas a duras penas de la cama, oigo tus pasos cansados por el suelo desordenado de mi habitación. el ruido de una ventana abriéndose me inunda, y seguidamente huelo a humo. la curiosidad me invade y decido darme la vuelta y observarte. estás de espaldas y completamente desnudo, fumando un cigarrillo y mirando fijamente a la calle. quiero moverme e ir contigo, besarte en la nuca y decirte que esto está bien, que nosotros estamos bien. pero no puedo. por mucho que me duela decirte esto, tú y yo estamos rotos, los piezas rotas no pueden juntarse, y lo he confirmado con el tiempo.
"sabes que te amo" te oigo pronunciar, pero aún no me miras. sé que me amas, yo también lo hago, te amo más que a nada en el mundo. "pero creo que esto no puede seguir" susurras, puedo sentir tus lágrimas, incluso sin verte el rostro.
yo no respondo, tampoco lloro. puede que ya supiera que esto iba a suceder, o puede que me haya vuelto inmune a la tristeza, puede que ya no me quede nada más que sufrir por ti, puede que ya no me quede ningún pedazo de corazón más que tú puedas romper.
mis pies se mueven, los arrastro hasta llegar a la ventana y te miro. tus ojos azules están cristalizados, no pensé que tú fueras capaz de llorar por nadie, menos por mí. te acaricio la mejilla derecha y una sonrisa se hace paso en mi cara. tú no sonríes y no entiendo el motivo, después de esto los dos podremos ser felices y poder vivir sin tener que soportar todo el daño que nos hacemos mutuamente.
"pensé que esto me haría feliz" dices con un tono de voz más grave de lo normal "ahora no creo estar tan seguro" agachas la mirada, como si te diera vergüenza admitirlo.
nos miramos durante unos segundos, los cuales me parecen eternos, e intentas acercarte a mis labios para darme un último beso. yo no me opongo, siempre he amado la forma de tus labios, el color y sobre todo, siempre he amado recorrerlos con las yemas de mis dedos. nuestros labios no encajan y nuestros besos nunca han sido románticos, mucho menos perfectos... siempre nos besamos de una manera tan torpe, como si fuera la primera vez que lo hacemos, y yo me pongo tan nerviosa que no sé dónde colocar mis manos. eso también me encanta de nosotros, que nunca hemos sido perfectos y jamás lo seremos.
nos separamos, no hay rastro de sonrisas en nuestros rostros, ninguno cree necesario tener que decir algo. mis manos viajan por tu cintura, subiendo por tus brazos hasta tus hombros. te cojo de la muñeca y te llevo a la cama, los dos nos tumbamos, juntos pero sin tocarnos. así somos nosotros: amantes fríos.
"quiero que me ames, por última vez" susurro acercando mi mano a tu costado, tú me observas durante unos instantes para, finalmente, asentir.
la noche pasa trágicamente lenta.
a primera hora de la mañana tú ya te has ido, y contigo mi sufrimiento.

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