Segunda parte.

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Las luces se encienden. Los gigantescos reflectores iluminan todo el lugar. Mientras el indeciso actor intenta elegir qué obra interpretar esta vez...

— Mm... ¿Qué tal algo de Shakespeare?...No, Schmidt, ¡no! ¡Piensa en grande! Ayer hiciste a Shakespeare. Además no es lo mismo si me falta una Julieta...mm...— Se paseaba de un lugar a otro por el escenario. Sin saber que en ese mismo instante una chica estaba entrando al teatro. – mm...ash ¡ya que!, improvisaré algo...—Se pone derecho. Aclara su garganta y mira a su "público" como si hubiera un millón de personas mirando cada uno de sus movimientos... — Jamás creí verme en esta situación... Desde niño prometí nunca enamorarme, nunca crecer...nunca madurar...nunca dejar de ser yo. Pero el destino me está jugando una mala pasada. La volví a ver hace dos días, en la estación de trenes. Jamás la había visto tan radiante...tan hermosa...tan especial. De hecho jamás la había visto de este modo. Antes la veía tan solo como la pequeña niña con la que jugar a la escondida o guerras de bolas de nieve. Ahora...pff...— pasa sus manos por su rostro— nada es igual. Desde el momento en el que la volví a ver no puedo evitar pensar en ella. En...en sus ojos, sus grandes y hermosos ojos que me miran como si quisieran decir algo que solo yo puedo entender, estoy seguro de que las estrellas envidian la luz que irradia de su mirada. Y la luna la belleza de su piel. Las flores temen abrirse ante sus perfectos labios y...y ¡cuando sonríe...! –se dibuja una gran sonrisa en su cara. Suspira— cuando sonríe sé que nada es imposible, ella me da fuerzas para seguir adelante, ella es...es mi razón de ser. Estoy más que seguro de que estoy enamorado, caí enamorado. Y no es sólo un amor común y mezquino, no. Es un amor verdadero... ¡Si tan sólo pudiera decírselo a mi amada! –Kendall guarda silencio un momento. No podía seguir...o al menos no tan pronto, aún así hizo el intento— Yo... — el sonido de unos ligeros aplausos lo sobresaltan y lo sacan de sus pensamientos.

Samantha se encontraba aplaudiendo cálidamente ante el confundido chico que la miraba desde el escenario. Había escuchado atenta cada palabra que salía de sus labios, y cada una simplemente le encantaba más. Además...parecía haber algo en él, no estaba segura de qué era pero había algo que jamás había visto en ningún otro, algo...diferente. Había conocido algunos actores en talleres anteriores pero nada en especial. A medida que avanzaba más en dirección al escenario Kendall comenzó a hacer graciosas reverencias y a sonreírle amistosamente. Samantha sentía como sus mejillas se tornaban levemente rosas, pero intentó disimularlo con una encantadora sonrisa mientras subía a ocupar un pequeño lugar en el escenario junto a Kendall.

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— Y...Entonces... ¿me dirías tu nombre? –Kendall intentó romper el momentáneo silencio que se había producido entre ellos. No era incomodo, es más, hasta podría decirse que era placentero para ambos mirarse a los ojos y sonrojarse sin decir ninguna palabra con los labios...pero a pesar de eso tenían que hablar si querían llegar a conocerse, ¿no?

— Oh, claro...soy Samantha Perry, ya sabes, como Katy Perry o algo parecido –dijo en tono divertido, Kendall solo sonrió.

— Bueno, Samantha Perry...yo soy Kendall, Kendall Schmidt.

— Lindo nombre. Y...Kendall, ¿desde cuándo eres actor?

— ¿Cómo sabes que soy actor?

— Amm...pues no se cual fue mi primera pista...probablemente que estabas arriba del escenario actuando, improvisando según lo que dijiste...o algo por el estilo.

— Jaja es cierto, pues si soy actor desde...amm...— se puso algo nervioso— pues...mucho tiempo jeje, ¿Qué hay de ti?

— ¿Qué hay conmigo? –lo miró un poco confundida.

— Pues normalmente no viene nadie a este viejo teatro y me empiezo a preguntar... ¿Por qué una chica tan linda vendría a este sucio y viejo lugar si no es porque quiere actuar?

— Pues...— piensa un momento— ¿dijiste que soy linda?

– Kendall se sonroja. — Solo lo digo porque es verdad...— la miró con sus hermosos ojos verdes. Ahora era Samantha la sonrojada.

— Bueno, yo...vine porque quiero actuar, es lo que más me apasiona en la vida. Desde muy pequeña que me ha encantado y pues sé que es prácticamente imposible triunfar en esa carrera pero...quiero probar y estoy segura de que todo saldrá increíble –sus ojos se iluminan— tengo una oportunidad. Conseguí una audición en la escuela de las artes escénicas y pues si me aceptan tendré una beca...lo malo es que sólo tengo esta oportunidad, mi Tío dice que si no la obtengo tendré que buscar una carrera mejor así que... — Kendall la interrumpe.

— ¿Tu tío?

— Sip, vivo con mis tíos y mis primos.

— ¿Qué les pasó a tus padres? –El rostro de Samantha se volvió serio, Kendall comprendió de inmediato— lo lamento...yo...sé lo que se siente perder a tus padres –suspiró.

— ¿Cómo perdiste a los tuyos?

— Pues...no hay mucho que contar del tema, solo...te diré que los perdí cuando era joven...por un horrible accidente – sus ojos se hicieron cristalinos, intentó mirar hacia otro lado pero aun así ella lo notó. Fue la primera vez que Samantha de verdad sentía el dolor de otra persona de manera tan profunda con solo verlo a los ojos...

— Bueno...emm...mejor cambiemos de tema, ¿sí?

— Claro. Ven aquí –se levanta y le estira la mano para que ella se levante también.

— ¿Qué ocurre?

— Ocurre...que aun no me dices que es lo que actuarás en tu audición para esa escuela. Vamos, empieza.

— Pero yo...

— Pero nada, soy tu público –se baja del escenario y se pone en uno de los asientos de la primera fila— comienza cuando quieras.

—...Kendall estás loco, no pienso improvisar nada y pues la verdad a penas llevo estudiada la primera parte del libreto, no creo poder...

— ¿Qué obra es?

— Es Romeo & Julieta, de William Shakespeare. ¿La conoces?

— ¡Claro que conozco la obra! No podría llamarme a mí mismo actor si no la conociera –Vuelve a subir al escenario.

— ¿Entonces te la sabes toda?

— ¿Sabérmela? Pff...me la sé al revés y al derecho.

— Bien Señor humilde –viró los ojos— Qué dices, ¿me ayudas o no?

— Digo...— se acerca a ella y la toma de la cintura— que deberíamos comenzar los ensayos, mi bella Julieta –le da un beso en la mejilla— Luces...— presiona un botón de un control remoto y prende unas pocas luces más— público invisible...— señala las butacas de asientos— y...

— Acción –dijeron ambos al mismo tiempo para luego tomar dos libretos que tenía Samantha y empezar con Romeo & Julieta.

El chico del teatro | kendall f. schmidt |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora