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❝Prometo no dejarte nunca❞

La desesperación recorría cada partícula de su cuerpo y su mente divagaba, sin encontrar solución alguna. Ser un ángel no era fácil, menos uno cuya misión era ser un guardian. Recordar eso, le causó una extraña sensación, algo como un sentimiento encontrado, era de imaginarse que en el paraíso adoctrinaban a sus participes, pero aquello no fue el caso de Harry. Se maldijo y quería darse una propia cachetada al afirmar que era uno de los ángeles más descuidados de todo el cielo.

La bebé se encontraba dormida en sus brazos, así que ya no era tan necesario su alimento por ahora, pero eran aproximadamente las tres de la mañana, pensó que necesitaría un milagro para encontrar alguna ayuda. Era tan ingenuo, ya que él era el milagro.

La lluvia había parado, pero continuo a esto, una brisa digna de invierno atravesó su cuerpo, este se encontraba tiritando, en cambio Amber se encontraba durmiendo plácidamente en la comodidad de sus brazos.

Maldijo nuevamente cuando su angelical aura se estaba apagando, su esperanza de encontrar una salvación se estaba desvaneciendo. Al paso de los minutos sentía su cuerpo descompensarse debido a la ansiedad sentida por la situación. No conocía muy bien el mundo humano¿Qué haría con la bebé? Caminó un par de kilómetros y sus pies dolían, a esas altas horas de la madrugada, no encontraría algún lugar en donde dejar a la niña.

Pensó en las consecuencias y no encontró ningún castigo extremo, de todos modos, estaba cumpliendo su misión.

Suspiró y regresó al punto de partida. En el camino a los portales, se encontró con unas luces que parpadeaban, esas cegaron sus ojos, pero aún así, estos pudieron ver como algunas ambulancias y policías se encontraban en el lugar, alrededor del auto que ahora, no tenía ni una pizca de fuego.

Los cuerpos de los padres de la niña se encontraban en el piso, envueltos en algo que Harry no reconoció. Claramente estos no pudieron sobrevivir.

El rizado no quiso continuar viendo la escena un poco pertubadora y caminó hacia el paraíso. Se sintió un poco enfermo al cruzar los portales, su cabeza daba vueltas y sus alas pesaban más de lo normal, sin mencionar que sintió nerviosismo al llegar al paraíso con una bebé en sus brazos.

Varios ángeles ya habían dado por terminada su misión por hoy, así que estaban ambulando por los cielos. Harry no tenía los ánimos suficientes para volar hasta su hogar, así que caminó. Este acto llamó demasiado la atención, ya que el joven se encontraba mojado de pies a cabeza y sus brazos cargaban a una niña. Muchos ángeles miraron extrañados esta escena. Harry se límitó a no dar explicaciones y continuar su trayecto con un semblante serio e intimidador para algunos.

Cabreado un poco por la atención de los demás, ignoró los comentarios y dio los últimos pasos hasta su hogar.

Al llegar, se encontró a un rubio recostado en su lecho. Este estaba despistado hasta que el ruido de la puerta hizo que Elián se diera una vuelta hacia su dirección, sus facciones irradiaban miedo, pero al ver a la niña en los brazos de su amigo, estas se convirtieron en confusión y algo de asombro.

Harry pasó de largo a su habitación, detrás de él, corría unElián tratando de seguir el paso.

El último esfuerzo que hizo en ese día fue dejar cuidadosamente a la niña en su cama, puso un par de almohadas a sus costados y cubrió parte de su pequeño cuerpo con una manta, luego de eso, pudo respirar en paz.

—Ahora puedes preguntar.—dijo pacientemente a su amigo.

Elián tenía millones de preguntas en su cabeza, terminó de ingerir lo último de comida que quedaba en su boca y pensó muy bien en la que posiblemente, sería la única pregunta que el castaño respondiera adecuadamente.

Reckless « h.s [EN RE-ESCRITURA] 2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora