T r e s

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POV: Leah

Algo que me caracterizaba bastante es que siempre estoy clasificando los olores. Tengo millares de olores individuales en mi cabeza y siempre estoy al pendiente de encontrarme con alguno nuevo. Los aromas son partes de mi vida diaria. Primera vez que me sucede una situación tan extraña. 

Acostada, con un completo extraño, siendo él el que me diga cursiladas al oído. Yo no era así. Yo no se como llegue a este límite. De igual sé perfectamente que lo que estaba recitando a mi oído es algo que le diría a cualquiera. Así cuando él acercó lentamente su mano a mi rostro, percibí los aromas. Huele tan relajante. Me siento en otra atmósfera.

Jabón, pero el neutral... en la punta de sus dedos. Tabaco, pero en concreto un fuerte olor a... orégano. Esto lo he olido antes... ¡¡MARIHUANA!!

- ¡Quítate de encima, drogadicto! - grito tan fuerte que cada una de las personas que se encontraban al rededor me ven. Me paro rápido de mi sitio y le lanzo su chaqueta. 

- Leah, no es droga... -trata de retenerme y yo me apartó, la euforia me está consumiendo-

Bien Leah, bien.

Dicho esto, voy directo a mi coche. Oigo sus protestas a lo lejos. Esta vez no pongo música, estoy lo suficientemente aturdida para no querer escuchar a nadie.

Pero, ¿qué rayos ha pasado?

Será que la droga me hizo ponerme así de frágil. Yo no soy así. Soy demasiado difícil para estar en esta situación pero, no de las difíciles que viven alardeando de "sus demonios", simplemente mi carácter no es dócil. Golpeó el volante, liberando mi tensión. Toda sensación de hace cinco minutos fue una total mentira.

El roce de su piel con la mía, su aliento tan cerca de mi cuello. Todo. No me podía fijar tan rápido de alguien pero, nadie puede hacerte sentir tanto con tan sólo un roce. Odio ser tan inocente. Las ilusiones me deben estar atormentado nuevamente.

Olvidalo, Leah, todo fue una mala pasada. Mañana tu vida seguirá siendo la misma mier** de siempre.

Tengo que dejar de hablar conmigo misma. Prendo el coche, tengo que irme de aquí.

-

Me despierto al otro día con el horrible sonido de mi séptima alarma.

Sí, soy tan vaca que necesito más de dos alarmas.

Levantó mi cuerpo de mi cama y empiezo a hacer mi aseo rutinario. Voy al baño y al verme en el espejo tengo los ojos como que si hubiese llorado una guerra completa. Menuda hinchazón. Me lavo rápidamente el rostro, me cepillo los dientes, mi cabello. Y me dispongo directamente a mi dilema diario.

Ya con tu idiotez de que te vas a poner. Nadie se fija en ti, no deberías preocuparte de que te vas a colocar.

Le doy la razón de mi subconsciente. El recuerdo de Emmanuel me paraliza:, su tacto, su mirada me acelera el corazón.

Ni de coña pienses que te gusta. Lo de anoche fue... sólo una mala pasada.

A veces siento como que si fuese Lizzie McGuire y tuviera a ese dibujo animado de mi aconsejándome. Sacudo mi cabeza y me coloco la ropa.

-

Culminó todos mis quehaceres y noto no he revisado mi teléfono.

Vas bien, sigue tirando tus cosas.

Me riño a mi misma por ser tan descuidada. Tomo mi móvil y veo tengo dos msj.

-mensajes-
-Emmanuel dice:

DemainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora