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POV: Leah

Va todo de negro resaltando lo blanca que es su piel. Pero por lo visto no soy la única que lo he notado. Muchas chicas se le quedan viendo de una manera muy descarada... pero, yo soy la tonta que atiende así que tengo que tomar las riendas del asunto.

— Hola, ¿qué quieres beber? -digo nerviosa, primera vez veo a alguien como el, me pone de nervios-

— Dame un trago de cacique. -dice viéndome directamente a los ojos-

Hago rápidamente todo, cojo un vaso, le colocó hielo, sacó la botella, relleno hasta donde me indique y se lo doy...

Grazie - dice con un excelente acento. Toma el vaso y se queda allí sentado, como que si no sintiera que me hace sentir nerviosa con solo tenerlo cerca.

Prego -respondí de manera instantánea. Allí saqué una toalla y limpio la barra lentamente. Pero su mirada sobre mi es intensa.

— ¿Hablas Italiano? -me pregunta con curiosidad-

—Mi mamá es francesa, pero antes de venirse a este país vivió un tiempo allá, me ha enseñado algo... -respondo, siento que me sudan las manos, no puedo con lo potente que es su mirada, siento como que si me desnudara-

—Interesante, ¿qué más puedes hablar aparte del francés e italiano? -suena tan interesado, que me parece hasta una broma-

—Francés, Italiano, Portugués y claramente ambos hablamos español. -digo ya cansada de sentir esta jugandome una-

—Me llamo Emmanuel, piacere di conoscerti. ¿Tú nombre? -me dice con real entusiasmo-

—Leah Seydoux -digo seca, no me gusta dar mis nombres y menos a un extraño-

— ¿Y me das tu número? - lentamente soltó aquel flirteo como saboreando cada palabra

Se cortante Leah, se cortante, no seas tan fácil, me alienta mi subconsciente. A los hombres no se le da las cosas en bandeja de plata.

—No. -mi voz salió seca.

—Ya sabré con quien conseguirlo, gracias por la bebida- se para y se dispuso a hablar con sus amigos.

Como una persona puede hacer que se te acelere tanto el corazón con solo acercarse. Pero, ¿qué coño estoy pensando? Con sólo verlo se me alborotado las hormonas. No puede ser así, debo darme mi puesto y no parecer tan interesada. Sacudo lentamente mi cabellera para atrás de mi hombro y me pongo a atender.

Transcurren las horas y ya he perdido la cuenta de cuantas veces se me ha quedado viendo. Y yo, bueno, haciéndome la loca. 

POV: Emmanuel

Aquella chica en el bar. Con aquel vestido con encaje negro, me ha dejado totalmente pasmado. ¿Por qué niega dar su número? Y más a mi.

Niña tonta. Parece un bebé, creyendo va a lograr algo con esa actitud. Me le quedó mirando a ver si arrepiente y me pasa su número. Pero peor aún, ME ESTA IGNORANDO.

No sé que tendrá. Pero yo mismo lo voy a averiguar. Cansando de esperar su arrepentimiento, busco a Lucía deben ser amigas para ella estar en esta fiesta. Salgo del salón y la veo.

—Lucía, mi vida, mi cielo, necesito un favor tuyo. -le digo lo más amable que puedo-.

—Dime, no tengo condones, por si acaso- lentamente me da una sonrisa

—El número de tu amiga, la que está en el bar, Leah, lo quiero- sentí que fui muy claro y directo.

—Esto va ser muy gracioso- dicho esto, saca su teléfono y me lo facilita.

Busco entre sus contactos su nombre y lo paso a mi número. Cuando veo que me llega se lo devuelvo y le doy un beso en la frente.Camino de nuevo al salón, sacó un cigarrillo lo enciendo y me voy hasta la barra pero, ella ya no está.

Busco entre las personas y no veo su cabello naranja. Son las dos de la mañana no puede haberse ido tan temprano. Salgo a ver.

POV: Leah

Me meto en mi auto, asustada. Es muy tarde y la ciudad es peligrosa.

Empiezo con mi modus, pongo mi cartera en los asientos de atrás, conectó mi celular y mientras calienta el carro suena »Tous les memes« de Stromae. Me entretengo cantando a todo dar. Cuando siento abren la puerta de copiloto, cojo el gas pimienta que tengo en la guantera de manera instantánea. Cuando veo es Emmanuel respiro pero, ya había activado el gas...

—Pero que cojones, salte.- tal como abrió la puerta la cerró.

Apago mi auto, cojo mi cartera, mi móvil respiro y me fue mala idea. Que mala pasada ese olor. Salgo de coche, tosiendo. Que pánico y que pena tengo que pasar Dios mío.

—Perdóname. Pensé era un ladrón. Y me asusté. - mi voz sale como un susurro-

—Había conocido chicas de formas extrañas, pero tú, joder te excedes -mientras prende un cigarrillo- ¿Fumas?

—Me da asco... -debería dejar de ser tan directa.- Sin embargo, tranquilo. Debo buscar forma de agarrar un taxi. -me alejo un poco de donde estamos.-

—Puedo llevarte pero, aún la noche es joven. ¿Bailamos? -me tiende la mano-

—No sé bailar. -me examina con la mirada-

—A poco también eres virgen -le da una calada a su cigarrillo y yo me tenso-

¿De cuándo acá tanta confianza? Jo, sólo le había servido un puto trago. Y no sé cómo termine frente de mi coche hablando sobre mi virginidad.

Necesitaba salir de esta situación enseguida.

—Entremos aquí fuera me da miedo -intenté matar allí la conversación-

Instantáneamente me agarra del hombro y entramos. Odio el contacto físico y estoy haciendo todo lo que está a mi alcance por no golpearlo.Me siento en el césped de la casa de Lucía. Esperando el gas pimienta se evapore de mi coche...

Emmanuel, viene y se sienta a mi lado. O mejor dicho se acuesta en el césped viendo el cielo.

Con las luces puedo ver el color de sus ojos, un color casi llegando al negro, con destellos miel, absolutamente preciosos. Huelo discretamente para atrapar su perfume y es divino. Me siento como un feto a su lado pero, no puedo decirle que se quite, sonaría más raro de lo que puedo ser en un día.

—Acuéstate, no pienso abusar de ti -en su mano tiene un cigarro algo extraño-

—El césped debe estar frío y con este vestido no creo sea buena idea - le digo, excusándome de no poder hacer lo que me pide-

Se quita su chaqueta y me la pasa, automáticamente me sonrojo. Me recuesto y puedo sentir plenamente su fragancia.

—Ya tus mejillas están del color de tu cabello, Leah -dice burlón-

—Que bello está el cielo -bravo Leah, que cambió de tema más drástico-

—¿Qué sientes al ver las estrellas? -dice en mi oído, me estremezco, esta demasiado cerca-.

De alguna u otra manera me siento feliz me siguiera en el cambio drástico. Pero, ¿Qué le sucede a este hombre?

—Me siento absorta. Me siento feliz, ¿y tú? -digo en susurro-

—Cada vez que veo una estrella siento que sus brillos son oportunidades que nos da la vida -dice lentamente cada palabra en mi oído-

Suspiro...

-

Salut.
Necesito sus críticas y buenas ideas.

Lucho este capítulo va dedicado a tu ayuda: matemáticas y romance. Vaya vida mía, que tu eres un ángel.

DemainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora