Capítulo 3

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Llegamos a la orilla sobre las siete de la mañana. Nos escondimos detrás de unas rocas y nos aseguramos de que no había nadie. Nos acercamos lentamente a la arena, y una vez sobre ésta, nuestra cola desapareció, dejando paso a unas piernas de humano. Por suerte teníamos ropa del mundo terrestre en las maletas, así que nos la pusimos.
Al principio andar era un poco difícil, pero una vez que le cojimos el truquillo, era tan fácil cómo nadar.

Ya eran cómo las diez de la mañana, y el sol nos daba de lleno en la piel, no estábamos acostumbradas al calor. Sobre las dos de la tarde, ya teníamos una pequeña casa alquilada en el centro de Mairena, era bastante acogedora. Fuimos por las calles preguntado sobre ese tal Calum, y nos decían que esa misma tarde hacía una firma de discos. Nos informamos de que era una firma de discos, y fuimos a una tienda a comprar lo que nos tenía que firmar. Una vez conseguido, buscamos el lugar donde se hacía eso, pues ya era casi la hora.
Había una cola impresionante, y un montón de chicas llorando y gritando. Mientras esperamos hablamos de cómo podíamos conseguir su ayuda. Intentamos convencer por todos los medios a los seguratas para que nos dieran el número del chico, pero nada. Al final nos fuimos con el disco firmado y sin el número. Ya era de noche cuando acabó, así que andabamos por las calles en completo silencio. Una furgoneta blanca se detuvo un poco más adelante de nosotras, abrieron la puerta y un chico se asomó, diciendo que subieramos, y así lo hicimos. Cerraron la puerta y vimos un movimiento entre las sombras de la furgoneta. Encendieron unas luces y nos encontramos de frente con el mismo chico que Lucía me había descrito; un chico de ojos azules, unas pestañas negras y largas, que resaltaban sus pómulos, pelo rubio y revuelto, acompañado por una piel blanca.
-¿Calum Heaslip..?- pregunté en un susurro.

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