El silencio inundó el aire de la furgoneta, pero al final el rubio asintió lentamente.
-Sí, soy Calum.-Miré a mi amiga un momento y luego volví la mirada a Calum. -Me han dicho que no dejabais de pedir mi número. No sé de dónde venís, pero aquí no se dan los números de famosos así cómo así.- nos dijo.
-Es una emergencia.- interrumpió Lucía.
-¿De qué clase?- dijo el rubio con una voz tranquila.
-Los casquetes polares del Ártico se derriten por momentos, los animales que viven en el hielo corren peligro, y también nosotras.- me tapé la boca cuando dije que nosotras también corríamos peligro. Él arqueó las cejas.
-¿Cómo qué vosotras también corréis peligro?- preguntó.
-Vivimos en una pequeña aldea.- vendita Lucía, siempre salvandome cuando meto la aleta, o pata, cómo se diga en este mundo.
-Está bien, os ayudaré.- nos pasó un papel doblado.- Llamadme mañana a partir de las 9, ¿de acuerdo?- ambas asentimos. -Muchas gracias, señorito Heaslip.- le dijo Lucía con una sonrisa.
-Por favor, llámame sólo Calum.
Me lance sobre mi cama, totalmente agotada. Esto de andar era una pesadilla. ¡Pero Calum nos iba a ayudar! Abracé la almohada, pensando que estaba en mi hogar, y al final caí en un sueño profundo.
