Capítulo 31

19 1 1
                                    

The light that you gave me will everglow - Coldplay

Manejamos por dos horas por toda la ciudad. Greg al volante, Pam atrás, dormida y yo de copiloto. Pusimos un CD de música que Greg y yo amábamos y cantabamos entre susurros para no despertar a Pamela.
Él tenía su mano en mi muslo y con la otra iba manejando. Me gustaba verlo concentrado. Sus ojos marrón claro se enfocaban al frente y tenía una expresión seria, pero suave. Sus pequeños lunares se notaban menos por la poca luz que había en el auto; pero me esforzaba por contárselos. 25,26,27, y perdía la cuenta. Y los contaba otra y otra vez sin conseguir distinguirlos a todos. 

Paramos en un semáforo y aparté la mirada por si volteaba.

"¿Que hacías?" Me dijo con cariño.

"¿Yo? Nada..."

"Atena, hay algo llamado sentir las miradas. Y puedo hacerlo. "

"Pues no lo haces muy bien. Yo no estaba haciendo nada. " traté de no sonreír y delatarme.

"¿Estas segura?"

"Muy segura. "  lo mire a los ojos y saqué la lengua como una niña pequeña. Sonrío y me dio un beso en la frente.

"Puedo contar tus lunares también. "  añadió. El semáforo se puso en verde. Trate de reírme pero solo sonreí. Sonreí porque él sabía lo que estaba haciendo.

Seguimos avanzando y llevamos a Pamela a su casa.
"Pam... Pam llegamos a casa. Pam... Despierta. " le susurré y la sacudi un poco para que abriera los ojos. Los tenía hinchados de tanto llorar y manchados de máscara para pestañas.
Abrió lentamente los ojos y antes de que rompiera a llorar otra vez la abracé y le dije que la llevaría a su habitación. Con pasitos lentos se sentó, tomó sus cosas del auto y camino a la entrada de su casa, saco las llaves y abrió la puerta. Dejó sus cosas en el suelo de la sala, se quitó los tacones y los tenía en una mano, y subió las escaleras, lento, con pasos de bebé.
Sus padres seguramente estaban dormidos así que ella no hacía ruido, o al menos se estaba ahogando en su propio llanto.
Ya en su habitación, cerré la puerta, la ayudé a ponerse pijama, se lavo los dientes y se acostó. Todavía tenía rímel en la cara, así que tomé un algodón del baño, lo humedecí con desmaquillarte y ya recostada, le limpié las mejillas y los ojos.
"Atena...¿Por qué haces esto?" Abrió mucho sus ojos color verde oscuro, casi café, que se veían tristes.
"¿Hacer que Pam? "
"Esto. Cuidarme. Quitarme el rímel. Me arropaste incluso. ¿Por qué?" Una lagrima rodaba por su mejilla y la secó con la manga de su pijama.
"Porque eres mi mejor amiga. Las amigas hacen eso. Te cuidan porque les importas. "
"Atena, gracias. Te quiero. " sonrió ligeramente y me abrazó. Nada me hacía más feliz que verla sentirse mejor. Relativamente mejor.

"Quieres que me quede a dormir?"

"No. Estoy muy bien. Me has ayudado mucho. Puedes venir mañana. " aveces la gente dice que está bien cuando no lo está. Ella dice que está bien, pero no lo está. Sin embargo, yo sé distinguir cuando alguien quiere estar solo. Y eso era precisamente lo que ella quería en ese momento. Podía volver mañana a hacerle compañía. Ella me necesitaba, pero no era el momento.


Apague la luz de su habitación, bajé las escaleras y salí de la casa. Casi se me olvido que Greg estaba esperándome en el coche de Pam. Le hice una seña para que se bajara de ese y se subiera al mío.

"No puedes llevarme a mi casa. "

"Claro que puedo. Es mi auto y no tienes con qué regresar. No seas tan machista." James y el pasaron por Diana y yo en el auto de james para ir a la fiesta, así que el plan original era que Pam me regresaba a mi casa por mi auto y James llevaba a Greg a su respectivo hogar. Pero todo salió mal así que...
Se le escapó una risotada que indicó que yo había ganado esa discusión.
"Atena, son muchos, no puedo contarlos, ¿puedes dejar de moverte?"
"¿Contar que?"
"Tú sabes bien qué, lo estabas haciendo hace rato..." Comprendí que se trataba de contarme los lunares de la cara. Sería un trabajo imposible, igual que contárselos a él. Son pequeños y son muchos.
"Hey, deja de hacer eso. " susurré. Estábamos afuera de su casa. Estaba contando MIS lunares muy muy muy de cerca y muy despacio mientras susurraba cada número.

AliveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora