Conocí a Leonardo un 20 de Mayo de 2006, el lugar: un boliche de Córdoba. Me lo presentó mi compañera de facultad y mejor amiga. Él era alto, rubio, ojos celestes, muy alegre y divertido, era como el hombre de mis sueños.
Yo creí que después de esa noche todo iba a terminar, pero no fue así. Comenzamos a vernos sucesivamente y empezó a formarse una relación hermosa y en mí empezó a despertarse el amor. Si bien juntos hacíamos una hermosa pareja y nuestras personalidades hacían de nuestra relación algo perfecto, él siempre me manifestaba sus miedos al noviazgos y no quería enamorarse; es más, me repetía una y otra vez que si yo me enamoraba él iba a acabar con la relación.
Pasaron 5 meses y fue inevitable decirle todo lo que me sucedía: que lo amaba como nunca había amado a alguien. Pensé mucho en decírselo, porque corría el riesgo de perderlo, pero yo estaba convencida de que él sentía el mismo amor por mí porque siempre me lo demostró y hasta indirectamente me lo decía. Entonces, creída de que todo iba a salir bien y que desde el momento en que yo le manifestara mi amor íbamos a comenzar un noviazgo, decidí escribirle un mail diciéndoselo.