PARTE FINAL
La luz de la luna se filtraba por las cortinas e iluminaba los rasgos marcados de su cara, y el resto de su cuerpo, con una luz plateada.
La largura y la anchura de su miembro hicieron que yo inhalara bruscamente una bocanada de aire.
Él también pasó la mirada por mi cuerpo, y yo me pregunté si había sido demasiado perezoso últimamente, si había estado demasiado concentrado en escribir y había pasado demasiadas horas frente al teclado en vez de salir a correr para mantener el cuerpo fuerte y tonificado.Él me acarició el pecho con una mano, y se detuvo para juguetear con uno de los pezones erectos.
Después pasó por mi estómago y metió los dedos entre mis rizos.
Deslizó la palma sobre mi miembro, y yo abrí las piernas para invitarle a que continuara.
Él rozó suavemente mi longitud, y después presiono sobre el glande. Al instante, mi miembro creció más y vibró eso hizo que él sonriera.Después, se inclinó sobre mi miembro, y supe que lo que estaba a punto de hacer iba a ser demasiado íntimo, pero no pude pronunciar ni una sola queja.
En vez de eso, gruñí al sentir su lengua sobre mi erección, lamiendo mi fluido que comenzaba a derramarse.Mi sabor debió de agradarle, pero yo tenía que saber lo que pensaba realmente de mí, tenía que verme a mí mismo tal y como me veía él.
Abrí la mente y tiré de los hilos hasta que lo encontré.
Él giró la cabeza y me mordió el muslo.-No te he dado permiso.
-Por favor. Nunca había hecho esto.
Él alzó la cabeza y me clavó la mirada.
-No puedes retirarte como has hecho otras veces, si algo te asusta.
-Te prometo que no lo haré.
-Querré que sientas todo lo que siento yo.
Asentí, y cerré los ojos. Entonces estaba allí, con él, inclinado sobre mi sexo, inhalando mi fragancia, saboreando los jugos que se deslizaban por su lengua. Noté la tensión de sus testículos a medida que su excitación aumentaba, la urgencia que se acumulaba en su vientre. ¿Cómo resistía el impulso de trepar sobre mí y embestir sobre mi sexo?
Y entonces, ya no pude pensar más. Solo pude continuar, y sentir. Sus dedos juguetearon conmigo.
Insertó dos dedos
en mi cuerpo, y la otra mano la deslizó por mis testículos.
Yo jadeé. Moví las caderas. Abrí más las piernas y gruñí al notar la caricia de su mejilla contra el muslo. Cuando metió otro dedo en mí, yo sentí un borbotón de excitación que lo recibía, y las paredes sedosas contrayéndose y relajándose para exprimir su mano.
Él se inclinó más hacia mi cuerpo y cerró los labios alrededor de mi miembro para succionarlo con fuerza, y al mismo tiempo, pasó el dedo pulgar hacia abajo y rodeó mi ano.-¡Dios, no! -gemí yo, pero noté que su mano temblaba cuando su excitación aumentó con la mía, y me rendí al comprender que él ya no tenía el control de la situación.
Me deseaba.
Deseaba hacer aquello conmigo.
Necesitaba que mi excitación subiera hasta el cielo, como la suya.
Cuando apretó con el pulgar en mi entrada ceñida y pequeña, noté que su miembro daba un tirón, porque yo gemí y giré las caderas.
Estaba más allá del control y de la vergüenza, y me dirigía directamente al precipicio, con él, o sin él.
Entonces, él curvó todos los dedos y los metió en mi cuerpo, y mi trasero se separó de la cama y se curvó hacia arriba para rogarle que se hundiera profundamente.
Con un giro de la mano estaba dentro de mí, y sus nudillos friccionaban mis paredes, y su puño se hundió tanto y con tanta fuerza, que yo me lamenté y gimoteé de necesidad.Estaba muy cerca.
Me agarré con las uñas a la sábana, pero mi vampiro todavía no había terminado conmigo.
Con la lengua, dibujó un remolino alrededor de mi resbaladizo glande, y después se giró y presión la cara contra la parte interior del muslo.Sentí un cosquilleo y después, un suave deslizar, con el que se alargaron sus colmillos. Sabía lo que iba a hacer, pero me quedé inmóvil, sin aliento, al borde de un orgasmo que me iba a lanzar más allá de todos los límites con los que yo había soñado.
Cuando me mordió, grité. Fue un sonido ahogado que murió en cuanto saboreé la sangre que fluyó a su boca, mezclada con mi fluido, y que envolvió su lengua y bajó sensualmente por su garganta.
Su voz retumbó suavemente con un murmullo de placer tan grande, que tuvo que dominar el impulso de friccionarse contra la sábana para alcanzar el clímax.Yo no fui tan fuerte. Mi cuerpo explotó, retorciéndose contra su boca, sujeto solo por la mano que él tenía dentro de mi cuerpo.
Mientras las olas de placer lo invadían, entendí por fin cuál era el hambre que lo empujaba.
Su corazón se calmó, su cuerpo se calentó con la infusión de sangre. Con las fuerzas renovadas, sacó los colmillos de mi carne y lamió las pequeñas heridas que me había hecho, y las cerró completamente.
Cuando alzó la cabeza para mirarme, yo abrí los brazos.
Él subió rápidamente por mi cuerpo, y su miembro penetró dentro de mis paredes resbaladizas y suaves. Lo envolví y lo sujeté con fuerza contra mi cuerpo, compartiendo con él mi calidez y mi pasión.Él me embistió tres veces, y gruñó con fuerza junto a mi oído. Su simiente me bañó por dentro; él siguió meciéndose contra mí durante un largo momento.
Cuando pude hablar de nuevo, pregunté:
-Entonces, ¿por qué estabas tan enfadado conmigo por haber estado allí, con ella?
-¿No lo sabes? -murmuró él contra mi hombro. Alzó la cabeza y suspiró-. Cuando estabas robándole el deseo, tiraste de mí también. Yo sentía todo lo que hacía ella. Oía todo lo que tú pensabas. Cuando la mordí, estaba ofreciéndote un regalo.
-Y yo rehusé tu regalo. Lo siento, pero no entendía lo que querías de mí.
Él me tomó la cara entre las manos.
-Ahora sí lo entiendes -dijo.
Yo tomé aire temblorosa mente. Él había llegado a lo más profundo de mí, donde no había llegado nadie.
Entendía lo que era yo, y no estaba horrorizado.
Claro que él también era especial.-Todavía no sé cómo te llamas.
Él sonrió con ironía.
-¿No sabes ya todo lo que es importante?
Me encogí de hombros.
-Soy tuyo. Quiero saber el número que calzas, el número de tu casa y el de tu móvil...
-La fecha de nacimiento y el número de la seguridad social...
-¿Tienes?
-Por supuesto. No me paso la vida acechando a mis víctimas en sus balcones.
-Maldita sea.
Me pasó el pulgar por el labio inferior.
-¿Quieres que aceche en el tuyo?
Yo le lamí la yema del dedo y arrugué la nariz.
-Estás invitado.
Se le abrieron las ventanas de la nariz, y su miembro se movió entre mis piernas.
Pronto sabría todo lo que había que saber acerca de cómo se amaba a un vampiro.
Tal vez aquello fuera el comienzo de algo.
¿Había encontrado un amigo?
¿Alguien con quien compartir mi aislamiento?
Suspiré.
Por el momento me contentaba con compartir mi cama, mi sangre y mi pasión con él.
Pero, tal vez hubiera encontrado un amor...FIN