Brooklyn, donde las almas rebeldes habitan

175 10 2
                                    

Por fin amaneció y ya estábamos listos para seguir con nuestro camino, Bonnie estaba entusiasmada por seguir adelante y alejarse de todo, recogimos todo y lo guardamos en la parte de atrás del auto y nos fuimos.

Durante el camino que recorríamos me puse a pensar que básicamente no sabíamos a donde nos dirigíamos ni con qué tipo de personas nos encontraríamos sin embargo eso no nos importaba ni a Bonnie ni a mí y la verdad me gustaba empezar a vivir así de esa manera tan improvisada se podría decir, rompiendo reglas, divirtiéndonos y disfrutando nuestra juventud.

Seguíamos avanzando por la carretera que esta vez no estaba llena de rocas sino que al fin era de asfalto, Bonnie al ver que estábamos demasiados callados encendió la radio del auto y sintonizó una emisora muy buena, al cabo de pocos minutos el ambiente comenzó a ser el mismo de siempre lleno de risas e incluso Bonnie se puso a cantar una de las canciones que emitía la estación de radio, fue muy gracioso ver como cantaba Bonnie después de todo tenía una hermosa voz.

Luego de ir horas y horas conduciendo pude divisar un letrero a lo lejos que decía: ¨Bienvenidos a la ciudad de Brooklyn¨.

-Oye no puedo creer lo mucho que hemos avanzado estamos en Brooklyn Bonnie.

-Si Clyde ahora veo lo paciente que eres al aguantarme hasta este punto.- respondió con una sonrisa.

Decidimos asentarnos en aquella ciudad por un tiempo para estabilizarnos económicamente por así decirlo hasta poder contar con recursos favorables para un viaje aún más largo, contaba con poco dinero pero supongo que alcanzaba para alguna cosa importante, nos adentramos más y más en aquella ciudad.

Pensamos que sería mejor dirigirnos a un barrio un tanto alejado del centro para mantener nuestro perfil bajo, salimos en busca de un mapa de la ciudad para encontrar un lugar alejado de tanto ruido y de tantas personas, localizamos un mapa en una estación de policía cercana lo cual fue algo irónico puesto que si supiesen todo lo que habíamos hecho hasta ahora pues nos hubiesen arrestado de inmediato por suerte no nos conocían. Echamos una ojeada al mapa de la ciudad y notamos que existía un lugar un poco relegado del centro, su nombre era: ¨ Williamsburg¨.

-Bonnie dime, ¿quieres ir a Williamsburg y ver qué clase de sitio es? aunque por lo visto está muy alejado y para mí eso es de lo mejor así que pues quisiera saber tu opinión.

-Pues siéndote sincera, Clyde creo que deberíamos ir a ese lugar ya que como dices está alejado de todo y podríamos pasar desapercibidos allí así que SI, digo que vayamos.- dijo alzando los brazos y sonriendo como nunca.

Partimos hacia aquel lugar sin saber cómo luciría o qué tipo de personas habitarían allí, prácticamente no sabíamos nada acerca de ese sitio, poco a poco fuimos entrando a Williamsburg y pudimos notar que habían muchas casas con un letrero grande de ¨se renta¨ las pequeñas casas no estaban mal, más bien me gustaban pero con el poco dinero que cargaba encima no creí que nos alcanzaría para rentar una habitación o peor aún una casa, sin embargo, Bonnie como siempre tan positiva me sugirió que no perderíamos nada al ir a preguntar por una casa un tanto pequeña pero suficiente para ella y para mí.

Una vez más hice caso a mi fiel compañera Bonnie y fuimos a tratar de rentar una casa que nos llamó la atención, era de un solo piso y contaba con un patio un tanto mediano se podría decir, me sorprendió mucho saber que el precio de dicha casa mensualmente era muy barato, supongo que se debe a lo lejos que queda del centro, aunque el precio era bajo teníamos apenas la mitad de lo que costaba el alquiler, fue entonces cuando a Bonnie se le ocurrió una gran propuesta para el arrendatario.

-Pues como usted podrá darse cuenta tenemos a penas la mitad del dinero para pagar la renta del primer mes, sin embargo se me ocurrió que como usted parece ser un hombre tan simpático y muy buena persona dejaría que mi amigo Clyde le pague el resto del dinero mediante trabajos como: pintar, arreglar las tejas, limpiar el patio, hacerle mandados y así lo que sea de su antojo señor.- terminó Bonnie guiñándole el ojo al arrendatario.

Bonnie & ClydeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora