Canción:
Arctic Monkeys - Fluorescent Adolescent
Apoyé lentamente mi barbilla al borde de un colapso nervioso, lleva ahí dormida más de diez horas. —Julie. —Susurré tarareando su nombre. —Es malditamente tarde, Julie. —Volví a hablar tarareando.
—Veinte minutos más. —Susurró ella en un tono de voz ronco y giró su cuerpo al otro extremo de la cama. Muy bien, no soy mucho de golpear a las mujeres, pero le di un bache en la cabeza. — ¡Hey! —Gritó levantándose finalmente.
De haber sabido lo habría hecho hace horas. —Te quedaste dormida, y parecías en coma. —Afirmé honestamente. Ella sonrió con los ojos dormilones, y aplaudió dos veces haciendo a Desdémona subir a la cama.
—Hola, hermosa, ¿Tampoco te dejan dormir a ti? —Preguntó suavemente. No pude evitar sonreír como un idiota.
— ¿Entonces ya te ibas?—Dije desesperado. —Tengo que escribir un capitulo para hoy y tú no eres necesariamente mi musa.
—Sí, sí, ya me iba. —Respondió en voz baja. Se levantó y pronto noté la maraña de cabello que tiene. Cubrí mi boca con una mano para no reírme.
—Ustedes los hombres solo quieren sexo, y echar a las chicas.—Susurró aun somnolienta y buscando sus zapatos.
—Tú y yo ni siquiera tuvimos sexo. —Dije entrecerrándolos ojos.—Ahora que encontraste tus zapatos. —Hablé tomando uno que estaba debajo dela cama, y extendiéndoselo.—Puedes volver a tu hogar, donde quiera que sea.
—Muy bien... Doctor...Escritor, te dejo solo para que escribas pensando en mí.
—Eso es muy poco probable, ahora ve a donde quiera que vayas. —Ella alzó sus manos en señal de paz y salió de la habitación.
—Si querías que me fuera me lo hubieras dicho. —Dijo aún caminado a la puerta con sus brazos alzados.
—Sí te lo dije, y te lo volví a decir, y hoy también lo volví a decir. —Murmuré con una sonrisa genuina sobre mis labios. Julie se giró y me señaló con el dedo índice.
—Pero volveré, te lo advierto. —Me reí en voz baja, y con una sonrisa mostrando mis dientes respondí:
—No, por favor. —Rogué y los dos reímos un poco, ella finalmente me dejó solo. Me quedé sonriéndole a la puerta como si Desdémona estuviera ahí, y negando con la cabeza me fui a mi habitación a escribir un capitulo.
"No era como yo suponía, para mí observarla era una situación ínfima, un hobby, solo quería tenerla cerca, ella no lo veía igual que yo, ella siempre pensó lo peor de mí, cuando yo solo vi lo mejor en ella."
Envié el capítulo en formato Word y cerré la computadora. Jamás vi lo que hice desde esta perspectiva, esa en la que habían dos villanos, Emma y yo, no era solamente mi autodestrucción, sino también las formas en las que Emma me hacía sentir, eso también estaba matándome.
Es domingo por la noche, no me di cuenta de cuando pasó de ser de mañana a noche, aunque siempre sucede así cuando escribo de Emma, cosa que siempre me satisface, es lo único que impide que vaya en busca de ella como era cotidiano en mí.
Cubrí mis ojos con ambas manos para liberar tensiones, me acosté una o dos horas en mi cama para cerrar los ojos un momento, después saqué mi celular y comencé a husmear en los mensajes.
"Muchas gracias por el excelente capitulo, Abalám, excelso". Expresó la editora en jefe en un mensaje.
"Mañana iremos a un hospital a entregar juguetes, ¿Vienes?" Ese mensaje vino de uno de mis compañeros de la fundación. Decliné la oferta, solo hago mi servicio médico, no me gustan esas cosas caritativas.
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La caja de Abalám
Mystery / ThrillerEl debate entre mi oscura obsesión y mi blanca salvación. La historia de un obsesivo en rehabilitación.