-Prólogo-
Érase una vez, una muchacha un tanto especial. A simple vista parecía corriente pero en su interior albergaba un profundo secreto. Tenía la misteriosa capacidad de ver cosas. Ver cosas que los demás no veían. Ver felicidad donde no la había. Ver sombras en los lugares más iluminados, y luz donde yacía la total oscuridad.
En los días lluviosos, mientras las personas a su alrededor sentían los párpados pesados, mientras los niños volvían corriendo a sus casas, mientras las gotas golpeaban violentamente contra el suelo creando un elegante ritmo descompasado, ella permanecía atenta. Atenta a todo. Sus ojos brillaban y, si te acercabas mucho a su rostro, podías ver dos bellas figuras tambaleándose en sus pupilas, anunciando la llegada de una vibrante y emotiva danza carnavalesca.
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H.
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Camilia
FantasyCuando el sol se asoma cada mañana, si permaneces muy callado, puedes oírlo. Seres brillantes y coloridos salen de sus hogares, preparados para teñir de estampado las mañanas de los humanos. Nadie puede verlos, son como el viento. Excepto una person...