El tormento del silencio

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Hola, soy Spencer Adams, tengo 18 años y ahora me considero libre. Soy alta y esbelta, castaña y con grandes ojos azules. Mi vida ha sido algo trágica, entonces aquí voy...

Desde qué era niña mi madre murió, estimo que tendría unos 5 años tal vez, posiblemente más, pero sinceramente no lo recuerdo. Mi madre era el sustento principal de nuestra familia, ya que mi padre nunca estudio y trabajaba en una fábrica donde le pagaban poquísimo. Ella, a pesar de sus largas horas de trabajo como profesora, siempre traía una sonrisa en su rostro que también aveces denotaba cansancio extremo, cansancio que no siempre se le era atribuido a su trabajo, sino a la terrible enfermedad que padecía y nos escondía a mi padre y a mí, esta enfermedad era cáncer al hígado. Año tras año su enfermedad empeoraba, sin embargo un día no pudo más con su mentira, pero fue demasiado tarde, ya que se le volvió una metástasis, no pudo más y murió instantáneamente.

No me dejaron asistir a su funeral porque era muy pequeña y bueno realmente no entendía lo que sucedía, sólo sabía que mi madre ya no estaba, como mencioné anteriormente, los recursos de mí padre de eran escasos así que decidió darme en adopción. El primer mes, el dueño del orfanato dudaba que me adoptaran porque ya era considerada una "niña grande", pero justo al inicio del tercer mes, un hombre millonario me adopto, yo estaba realmente feliz, sabía que estaría con alguien que realmente me quería. Sin embargo no tenía ni la más mínima idea del tormento e infierno de vida que vendría después.

Las primeras semanas todo era diversión, me sentía más feliz que nunca, pero luego todo cambio, cuando descubrí su oscuro secreto... Un día mientras me preparaba para salir a jugar como lo hacíamos todas las mañanas en el hermoso y enorme patio de la casa, todo cambio. Fui a la sala principal que era hermosa con un techo alto, elegantemente decorada e impecablemente limpia, porque escuche que él me llamaba, lo encontré leyendo y cuando iba a hablar, me calló, me golpeo y me dijo que mientras él leía, nadie lo interrumpía. Su ojos cambiaron y se volvieron de dulces y cariñosos, a sombríos y odiosos.

Los siguientes años fueron una pesadilla, una horrible y espantosa pesadilla, digna de película de terror. Me dejaba horas encerrada en mi cuarto, no podía casi moverme, porque si escuchaba un ruido, inmediatamente me buscaba, me gritaba y me golpeaba, me decía que era un fastidio y una carga para él. Me dejaba meses con la boca tapada con cinta, y me dejaba hasta tres días sin comer. Yo escuchaba sonidos espantosos, como gritos, que él dejaba todas las noches reproduciendo, según lo que decía, estos le permitían dormir mejor. Mi habitación que era preciosa y ordenada, la destruía en sus momentos de cólera, sus golpes se volvían cada vez más fuertes, dejándome varios moretones por todo el cuerpo, me daba cachetadas tan fuertes que mi boca sangraba, un día llego al punto de casi dejarme inconsciente. Me obligaba a mantenerme con la boca cerrada y no podía hacer ruido, mi voz desapareció literalmente, ya que perdí el habla, simplemente no hablada, me había quedado muda...

Estuve casi 5 años en este infierno, del cual un día me liberé, gracias a una llamada de uno de los vecinos que se quejaba por los espantosos sonidos que salían de esa casa. Poco después conocí a fondo sus problemas, este hombre se llamaba Edison Holms, fue arrestado y condenado a cadena perpetua después que se conoció que él adoptaba niños y los torturaba, igual que lo hizo conmigo. Sufría de varios problemas mentales como esquizofrenia y bipolaridad muy grave, luego recordé que los sonidos que reproducía eran cintas, lo que quiere decir que grababa los gritos de los niños mientras eran torturados, como era millonario, ese "orfanato", recibía cientos de dólares mensualmente, la única condición era que el orfanato le entregará a los "niños grandes" que probablemente no serían adoptados, para que él se deshiciera de ellos y así tener más espacio. Fue una situación escalofriante y mi trauma fue tan grande que estuve casi seis años en recuperación y terapias de lenguaje para intentar volver a hablar, lo peor de todo es que perdí mi infancia, una gran parte de mi vida, deje de lado la normalidad de una persona, deje de lado una etapa muy feliz en la vida de cada ser humano, nunca fui a la escuela, fui infeliz y traumada.

Mi silencio, mi vozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora