Mis alas (SouMako)

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Resumen: La típica, un ángel enamorado.
Pareja: SouMako
Advertencia: iba a haber Lemon, pero mejor no xD, SongFic (creo que sería algo así)

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Intento volar pero no llevo alas
Se me quedaron tantas cosas en tu cama
Que siento que hasta el tiempo se me escapa

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Makoto sentía que ya no podía respirar. Sabía muy en su interior que esto pasaría. Pero ¿por qué hoy? ¿Por qué de ese modo? ¿Por qué tenía que enterarse que la persona de la que siempre estuvo enamorado estaba saliendo ya con otro de sus amigos?

Entró al departamento y buscó su cama para echarse a llorar. Dolía, dolía horrible su pecho y todo porque los encontró besándose. Ahora ¿cómo quitaría aquella imagen de su mente? Rin y Haru besándose, ni siquiera que los hubiera visto de la mano, estaban abrazados, en aquel bar por el que pasó por casualidad.

Empezó a gritar usando una almohada para silenciarse. Se sentía tan mal, y tan solo...

Sin embargo él no estaba solo en aquella habitación. En una esquina, observándolo en silencio estaba su ángel guardián.

Había estado con él desde que dio su primer llanto, lo siguió la primera vez que se cayó, y continuó a su lado, como lo indicaba su trabajo, a su lado, invisible y en silencio.

Justo como ahora él cumplía su deber, pero algo había cambiado en los últimos tiempos. Cada vez que lo veía sonreír, cuando lo veía ser más cuidadoso con los demás de lo que era con el mismo, algo pasaba. Algo en algún lugar de él le pedía que se acercara y lo tocara.

Porque un ángel guardián puede hacer muchas cosas, puede mover objetos para que el humano a su cuidado no salga lastimado, puede susurrarle cosas al oído para advertirle de los futuros peligros, e incluso puede darle un poco de vida si es lo que necesita; pero por nada del mundo podía tocarlo.

Era una especie de deseo prohibido, algo que sabía que estaba mal, pero que quería.

Dio unos pasos hacia la cama y entonces Makoto llevó su vista al techo, sin haber dejado de llorar, y empezó a hablar.

-¿Por qué? ¿Por qué nunca fui capaz de decirte lo que sentía...Haru?

El ángel se acercó. Se agachó levemente hacia su oído y le habló.

-No llores... No llores Makoto.

El castaño giró su cabeza hacia un lado, como si fuese a intentar dormir, y el ángel se halló de frente con aquel rostro empapado y con esos ojos verdes que tanto le gustaba ver.

El ángel se acomodó a su lado, y aumentando su poder volvió a susurrarle.

-Descansa Makoto, no llores más...

El ojiverde empezó a tranquilizarse y a dormirse, un poco del cansancio y la tristeza, y otro poco por el pedido de su ángel. Éste abrió una de sus alas para cubrirlo mejor del frío y evitar así que enfermara, pues no se había puesto ninguna manta encima.

Mientras lo miraba dormir, el ángel vio que una de las lágrimas caían aún, e hizo lo que tanto deseaba. Rozó apenas su mejilla para quitarle la gota salada, y entonces algo pasó.

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