CASTIEL

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Le doy un sorbo a mi café con leche y miro a Castiel al tiempo que enarco una ceja. El gesto es automático, no lo puedo evitar. Está cruzado de brazos con cara de haberse comido algo que picaba demasiado. Tras haber aceptado su propuesta de agradecimiento nos hemos apalancado en un Sturbucks y desde entonces apenas ha abierto la boca. 

—¿Vas a estar todo el rato con esa cara? —espeto.

—¿Algún problema con mi cara? Si hablásemos de ti, tabla de planchar...

—¿Tanto te molesta que no tenga pechos? Te recuerdo que tu culo también es plano.

—¿Te dedicas a mirar mi culo? 

Castiel se inclina hacia delante escrutándome con sus grises ojos. La intensidad de su mirada no hace que me encoja en mi asiento, al contrario lo fulmino con la mía. A qué mala hora acepté tomar algo con él. Pensé que fuera de clase relajaría su imagen de chico malote. Al parecer es así las 24h. 

—¿Cómo te soportan tus padres? —acabo preguntándole.

—No tengo.

—Oh, lo siento... no sabía que..

—No tengo porque nunca están en casa. Mi padre es piloto y mi madre azafata, nunca están en casa. —me corta. 

Siento que me relajo. ¡Por un momento pensé que estarían muertos! 

—Pero eres menor...

—Sé valerme por mi mismo. No como otros.

¿Lo dice por mí? Espero que no. Prefiero no ponerme a la defensiva y exhalo un suspiro. Debo tranquilizarme, pensar en un arco iris y conejos monos saltando sobre él. Curioso modo de relajarse una, ¿no creen?. Me acomodo en mi asiento y mis ojos vuelven a centrarse en mi vaso. Han escrito mal mi nombre y termino apartando la vista. Qué inepta la camarera, incluso la muy tonta le ha hecho una caída de pestañas a Castiel el cual apenas le ha prestado atención. De pronto la puerta del Sturbucks se abre y aguanto la respiración. Ámber ha entrado seguida de su séquito de víboras. Esta vez no son tres, sino cuatro. Karla las acompaña y ocupa un lugar algo relegado. Exhalo un suspiro y mi acompañante dirige su mirada gris hacia el grupo de recién llegadas.

—Vaya... —parece incluso más asqueado que yo. 

Observo como la melena rizada y rubia de Ámber se agita en cuanto se vuelve hacia nosotros. Karla nos está señalando y por eso se ha girado para mirarnos. Parece que su expresión cambia de pronto. Sus mejillas se han tornado rojas y frunce los labios exasperada. ¿Qué le pasa? ¿Tanto detesta verme? Castiel la fulmina con la mirada y la joven retrocede para terminar dándole la espalda. La ha intimidado como la otra vez. ¿Tanto miedo le tiene? No lo entiendo. A no ser...

—Le has pegado a Ámber, ¿verdad?

Me mira confundido y su expresión se torna agresiva.

—¿Me tomas por un maltratador? 

—¿Por qué te tiene miedo, entonces?

—¿Será que le gusto?—masculla.

No parece orgulloso, más bien asqueado.

—¿No es tu tipo? Ella es guapa.

—¡Por Dios! Ni los pájaros anidarían en su cabeza hueca.

—Vaya... —no puedo reprimir el reírme por su buen comentario —¿y cuál es tu tipo de chica? 

—Las chicas son odiosas.

—¿Te gustan los chicos? 

¡Wow! Jamás lo hubiera podido imaginar. ¡Castiel es gay! De pronto él atrapa entre sus dedos mi muñeca y me atrae hacia sí. Su rostro queda prácticamente rozando el mío. Sus labios... ¿por qué estoy mirando sus labios entrecerrados? ¡Pero están demasiado cerca! He olvidado incluso de cómo respirar. Siento su suave aliento en mi rostro y sus ojos grises me miran con tanta intensidad que mi corazón comienza a latir bruscamente en mi pecho. ¿Acaso pretende besarme? De pronto no oigo nada a mi alrededor hasta que un estrépito nos sobresalta y él se aparta con la misma brusquedad con la que se ha apegado a mí. ¿Castiel iba a besarme? Busco el origen del ruido y me doy cuenta que lo ha provocado Ámber arrojando al suelo un plato el cual se ha hecho añicos a sus pies. Parece consternada y si no la detestara incluso habría sentido lástima.

—¿Estás bien? —le pregunta uno de los camareros.

Cuando me giro hacia Castiel para decirle que me voy me quedo atontada viendo su sitio vacío. No está. Se ha ido dejándome de plantón. Ni siquiera se ha despedido. Me levanto enfadada y me voy. ¿Qué se ha creído el estúpido este?

Cuando llevo media calle andando alguien me coge del brazo para hacer que me gire. Sus uñas se clavan en mi brazo. 

—Alejate de Castiel.

—¿Cómo? —miro a Ámber sorprendida. Sus amigas no están con ella. —Yo no tengo nada que ver con ese.

—Estaré vigilándote.

Da media vuelta y desvío la mirada hacia mi brazo donde cinco medias lunas se han dibujado con un tono rojizo. ¡Menuda bestia! Jamás de los jamases tendría nada con el tonto de Castiel. Vuelvo a casa y me tumbo en la cama. Cuando miro mi whatsapp veo un mensaje de Ken. Todos los días cada dos por tres me pregunta que hago. Decido no contarle mi salida de hoy, no quiero que sufra ni imagine cosas. Tengo la suficiente sensibilidad como para no dañar a mi amigo. 

Tras cenar con mis padres decido acostarme pero no logro conciliar el sueño de modo que me levanto y enciendo el portátil. Reviso el correo para ver si hay alguna novedad. La mayoría de ellos es SPAM pero uno de ellos es Nathaniel. Se trata de un comunicado especial para la votación de los delegados de clase. Al parecer tenemos que decidir mañana quién será el delegado. Al final del mensaje nos pide que le respondamos para cerciorarse de que lo hemos recibido. Tecleo rápido una respuesta de confirmación y la mando. Para hacer tiempo decido ver un par de vídeos en Youtube, cuando ya me está entrando el sueño al cerrar las pestañas del explorador me fijo que ha entrado un mensaje en mi bandeja de entrada del correo electrónico. Es un mensaje de Nathaniel:

"Hola, Lynn,

¿Todo bien? Me ha sorprendido que estuvieras despierta... hoy ha venido Ámber muy enfadada y logré sonsacarle que has estado viéndote con Castiel. Sé que no me incumbe pero me preocupa que te haga daño ya que su temperamento es como un huracán, lo destruye todo a su paso. Sé tu intento de suicidio y creo que no te conviene. Espero no haber parecido entrometido... lo siento, mil veces lo siento pero necesitaba decírtelo.

Saludos."

Esbozo una sonrisa agradecida. La verdad que me halaga su preocupación y hace que mi opinión sobre él mejore notablemente de modo que le escribo.

"No te preocupes y para nada me enfado. Muchas gracias por preocuparte por mí. Eres un cielo de persona."

Espero que no piense que le estoy tirando los trastos. Apago el ordenador y regreso a mi cama. No tardo mucho en dormirme. Mañana me espera un día de locos. He tomado la decisión de pasar de Ámber, Castiel y todo aquel que los rodea, excepto de Lyssandro. Él no tiene la culpa de que su amigo sea un cretino. Me pregunto quién se presentará mañana para la selección como delegado. 




Corazón de Melón, el fan-ficDonde viven las historias. Descúbrelo ahora