Salí por la puerta haciendo que la campanita volviera a sonar, cogí rápidamente mi abrigo, mi bufanda y mi gorro, me los puse como pude y por fin salí.
Cuando hube salido el pelinegro ya estaba por casi el final de la calle, lo seguí, esperando a que se encontrara con alguien a quién conociera y le llamaran por su nombre.
Yo soy bastante tímida para algunas cosas, es decir, con amigos y tal no, pero con desconocidos como él sí, es algo de él lo que no me da buena espina, es decir es atractivo, sí, pero no sé...
Iba absorta en mis pensamientos cuando el chico de nombre desconocido giró a la derecha, estuve un rato siguiéndolo, creo que prácticamente habíamos recorrido la ciudad entera. Nuestros pasos resonaban por toda la calle, había poca gente, yo ocultaba m barbilla y mis labios en la bufanda para que no me pudiera reconocer. Nuevamente el chico giró a la derecha y vi que era un callejón sin salida, me quedé desconcertada, es decir, no había nadie en aquel callejón, miré a mis lados, me di la vuelta, pero nada.
-¡Ché!- un grito detrás de mi me sobresaltó, era una voz desconocida, de hombre, ronca. Me di la vuelta y vi que era el chico de la cafetería, mis mejillas tornaron rojas.-Veo que me estabas siguiendo.- Dijo en un tono ronco.
-Eh...-tartamudeé.-No, es solo... Es solo qué...-''Mierda Abigail termina una maldita frase'' pensé.
-Es solo qué tú me estabas siguiendo.- dijo con una sonrisa juguetona.
-No no, para nada, es sólo...- y volvemos a empezar... pero ¿qué podría decirle? ''Oye sí, mira que te estaba siguiendo porque soy una negada en psicología y mi amiga y yo nos apostamos a que adivinaría tu nombre, y por eso te estaba siguiendo, que por si no lo sabes, era lo que estaba haciendo''
-Tranquila- dijo apoyando su mano en mi hombro.-No pasa nada, ¿quieres algo? ¿Nos conocemos?-preguntó con una sonrisa amable, pero sus ojos me decían lo contrario, me retaba con ellos, me hechizaba, no podía dejar de mirarlos.
-Eh... sí, digo no, no nos conocemos, te he visto antes en la cafetería.- dije con las mejillas ardiendo.
-¡Ah cierto!- dijo dando una carcajada.-Yo también te he visto, pero con tanto trapo no te había conocido.-dijo apartando, con su mano derecha, un poco mi bufanda, su mano rozó mi barbilla y su tacto hizo que una corriente eléctrica pasara a través de mi columna vertebral. Cuando la apartó pude ver su mano, que no llevaba guantes, observé que tenía tatuajes, ocupaba la palma de arriba de su mano, era una mandala, amaba las mandalas y amaba más aún dibujarlas. Esta era muy peculiar, tenía una estrella de cinco punas en medio, y símbolos que nunca había visto, pero me resultaban conocidos. Él captó mi mirada, y me pilló cotilleándole el tatuaje.
-¿Te gusta?- dijo con suficiencia y alzando una ceja. Cuando aparté la mirada de su mano me fijé que llevaba poca ropa, es decir, llevaba un jersey negro, junto unos vaqueros de este mismo color, unas botas iguales, y un gorro gris, no entendía como no pasaba frío, yo iba abrigada hasta las cejas y no me castañeaban los dientes porque tenía la boca apretada.
-Es peculiar.-Me atreví a cogerle la mano y mirarla con más detalle. Delineé el dibujo y noté los pequeños bultos que la tinta dejaba en su piel, noté como él se tensaba y lentamente dejé caer su mano.
-Bueno guapa, y ¿a qué has venido aquí?- su mirada no me gustaba, era lasciva.
-Na-nada.-dije y juro que estuve a punto de irme, no me importaba hacer yo los deberes de psicología y no me importaría hacer los deberes de Lena, pero su mano se enredó en mi brazo izquierdo e hizo que chocara con su pecho, levantó mi barbilla con su mano derecha, supuse que era zurdo ya que ejercía una gran fuerza en mi brazo.
-No bonita, dime.-volvió a sonreír con esa sonrisa que me daban ganas de golpearle fuertemente con mi rodilla en su hermosa mandíbula cuadrada.
-He dicho.- me solté de su agarre, pero el volvió a acercarme a él.-Que nada.- intenté volver a soltarme pero no pude, pensé en golpearle en su entrepierna.
-Ni se te ocurra bonita, hazlo y lo lamentarás. Dime. Por qué. Me. Estabas. Siguiendo.- dijo en tono más duro.
-Era sólo que,..- no pude terminar una voz conocida me interrumpió.
-Suéltala Mikhail.- Mikhail, ya sabía su nombre, ya podía irme tranquila, pero se ve que el tal Mikhail no estaba dispuesto a soltarme, al contrario, cuando el camarero rubio de la cafetería se fijó en su mano agarrando mi brazo, apretó más su agarre. Yo gemí por el dolor y la impotencia.-Suéltala.-dijo apretando los dientes.
-Oblígame.- Mikhail sonreía con suficiencia, hizo que le diera la espalda y pegó mi espalda a su pecho, sentí como su aliento se pegaba en mi cuello.-Tranquila preciosa.- dijo susurrando.- No te pasará nada estando conmigo.- no confiaba en él, no sólo por la manera en que lo dijo, sino porque sabía de sobra que con él me pasaría de todo y sería culpa suya.
-Mikhail.- volvió a hablar el rubio, Gabriel.-Ella no tiene nada que ver, la cosa es conmigo.- Mi mente se nubló, ¿se conocían?, parecía que sí, y bastante bien, la verdad.
-Lo sé, es solo un entretenimiento.- La ira se apoderó de mi, llevé mi pierna, concretamente mi rodilla hacia adelante, y con toda mi fuerza la llevé hacia atrás, golpeando así su entrepierna. Sentí como su respiración se cortaba y su agarre se aflojaba, vi como ambos tenían la boca abierta. Giré hacia la salida del callejón y corrí más que en toda mi vida, mis pernas temblaban y de tanto correr ya empezaban a quemar, sentí que mis pulmones no recibían el aire suficiente, giré cuatro calles más, en verdad mi casa no estaba tan lejos de la cafetería, pero aquel callejón estab en la otra punta de la ciudad
Cuando llegué a mi casa, la que compartía con Lena, palpé mis bolsillos en busca de las llaves, mi respiración era entrecortada, poco a poco el aire se filtraba en mis pulmones, abrí la puerta y me encontré con Lena.
-Dije que averiguaras su nombre, no su vida entera.- Dijo sonriendo, llevaba ya un pijama gordo de invierno y en sus manos había una taza blanca con lo que supuse que era café.- ¿Qué tal te ha ido?-preguntó sentándose en el sofá.
-Mikhail.- frunció las cejas, cogí aire.- Se llama Mikhail.- suspiré echando todo el aire que había tenido, dejé las llaves en el mueblecito de al lado de la puerta, quité mi abrigo, el gorro de mi cabeza, la bufanda, y cuando le estaba dando la segunda vuelta, me di cuenta, me di cuenta de que olía a Mikhail, era un olor como a menta y gélido, sé que es extraño, que un olor no puede ser gélido, pero este lo era. Terminé de despojarme de mi ropa, y me dirigí a la habitación, no sin antes dejar mi móvil en la pequeña mesita de enfrente del sofá en el que estaba sentada Lena.
Cerré la puerta de mi habitación y me quité el jersey blanco que llevaba y mis vaqueros, no sin antes quitarme las botas. Doblé la ropa y la metí en el armario, saqué mi pijama de vaquitas, que sé que es de niñas pequeñas pero abrigaba muchísimo, además de que hacía mucho frío.
Me dirigí al baño, cepillé mi cabello enredado y lo dispuse medianamente bien, lo agarré en un moño alto, quité mi maquillaje, ya era tarde, eran las 22:00. El tiempo había pasado volando persiguiendo a Mikhail, me dirigí de nuevo al salón.
Cuando llegué vi que Lena estaba hablando por mi teléfono, no lo habría escuchado.
-Claro claro.- dijo y luego soltó una carcajada.-Que sí, en serio estamos bien.- Hizo una pausa.-Bien, yo se lo digo. Adiós. Si... Un beso.- Se despidió. Levanté una ceja.
-Tu tía que quiere que mañana a primera hora vayas a verla, ya que es fin de semana, que necesita hablar contigo.-dijo.
-Bien.
-Bueno y ¿cómo se llamaba el chico?- cuestionó.
-Te lo dije nada más llegar.- me quejé, ella volvió a sonreír, dándome iniciativa a que lo repitiera.-Mikhail.- nada más que pronunciar su nombre hacía que mi estómago se revolviera, que las piernas me temblaran y que por mi columna vertebral pasara un escalofrío.
-Bien, no esperaba que lo consiguieras.
-¿Me crees?- cuestioné porque yo podría estar mintiendo ahora mismo.
-Sí, es decir, yo ya sabía su nombre, vino el otro día a mi trabajo y yo le atendí, y nos presentaos. Ahora ¿cómo lo averiguaste?
-Le llamaron.- yo seguía absorta en mis pensamientos, no quería que él se acercara a Lena, por precaución.-Creo que sería mejor que no te acercaras a él.-La aconsejé, pero ella se lo tomó como una advertencia.
-Tranquila fiera, es tu hombre, no me acercaré.-preferí no rechistar, y que así no se acercara a él.
A las 00:00 nos fuimos a dormir, compartíamos piso pero ni cama ni baño, cada uno tenía el suyo, por si acaso. Al acostarme estuve dándole vueltas a todo lo sucedido durante el día de hoy, y al fin me dormí.
ESTÁS LEYENDO
Angel.
Teen Fiction-Estás más segura conmigo.- Susurró a pocos centimetros de mi cara.