IV

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Cuando terminaron de comer, Loïc se levantó de la silla y se dispuso a salir de la cocina.

—Eh, espera— le llamó David—. ¿Y los platos?

—¿Qué más da?

David negó con la cabeza, recogió su plato y lo metió en el fregadero. Loïc se acercó a su amigo con resignación y le imitó, a regañadientes.

—No, si cuando te cases sabrás qué hacer— le dijo a David con una sonrisa sarcástica.

—Pues mucho mejor que tú, que te voy a tener que dar clases— respondió este con los brazos en jarra, aunque también sonriendo.

—Yo no pienso casarme— terció Loïc.

David tragó saliva.

—Pero piensas irte de casa algún día.

—Sí.

—Pues entonces, ya tiene una utilidad que recojas la mesa. No querrás vivir en una pocilga.

Subieron las escaleras en silencio, dando por finalizado el tema.

Una vez en la habitación de Loïc, amplia, pintada de azul claro y con diversos pósters en las paredes, ambos cogieron un puf y se sentaron frente al enorme televisor que había en el escritorio. Los mandos reposaban sobre la alfombra negra de terciopelo que adornaba el suelo. Loïc estiró el brazo para coger uno de los mandos y apoyó la espalda a los pies de la cama, dispuesto a encender la consola.

—David, ¿puedes alcanzar el mando?— le pidió, viendo que estaba más lejos de lo que pensaba.

El chico se levantó para coger el mando, en silencio. Loïc creía que habría podido alcanzarlo sin necesidad de incorporarse, por eso se lo había pedido. Si no, él mismo podía haberse levantado a por él.

Un sentimiento de remordimiento se apoderó de él durante unos instantes. Suspiró e intentó olvidarse del tema.

—Loïc.

David tenía la mano tendida hacia él, esperando a que cogiera el mando.

—Voy— contestó él secamente.

—¿Estás bien, Loïc?

—Pues claro que estoy bien, David, ¿por qué no iba a estarlo? —murmuró atropelladamente. Su amigo se encogió de hombros—. Por cierto mira— Loïc sacó su teléfono móvil del bolsillo y lo colocó delante de David. Buscó algo en la carpeta de imágenes. Un personaje de videojuego apareció en la pantalla, y debajo, algunas letras. Loïc apoyó la cabeza en el hombro de su amigo, quien sonrió mientras leía.

—Muy gracioso— dijo, sin poder ocultar su felicidad.

Loïc levantó la cabeza.

—Lo he encontrado esta mañana.

El tiempo pasó rápido mientras Loïc y David jugaban, gritaban, maldecían y berreaban al final de cada partida.

Después de que David perdiese por enésima vez, se levantó y anunció a Loïc que quería ir al baño. Este asintió, y le dijo que, mientras tanto, configuraría la consola. Pero cuando David abandonó la habitación, Loïc se levantó rápidamente y comenzó a rebuscar por todos los cajones de su cómoda, tanto en los que había ropa como en los que estaban llenos de trastos inútiles.

Miró también en las cajas que había distribuidas a lo largo del escritorio, y también en las de debajo de la cama. Removió papeles, libros, carpetas, cuadernos, todo, en busca de algo en concreto. Encontró álbumes de fotos y los hojeó, sin éxito. Todos ellos estaban llenos de fotos suyas, o de su hermano, o de los dos juntos, o de cualquier tontería sin importancia.

Heaven is a place on Earth with you (español [Yaoi])Donde viven las historias. Descúbrelo ahora