Un tesoro en el camino.

7 1 0
                                    

        Eran las 6:00 AM , el sol empezaba a salir lentamente y aquel individuo andaba en la poca oscuridad que quedaba, se dirigía hacía el túmulo de las lágrimas negras a hacer una ofrenda a sus antepasados, algo de incienso y una vela blanca sería suficiente. Caminó y caminó durante una media hora, nada le prepararía para lo que iba a ocurrirle. 

       Ya podía ver perfectamente el recinto, pasaría allí una o dos horas y volvería casa, el sentimiento de estar haciendo algo emocionante y prohibido recorría su espalda y era algo muy natural,pues , pese a que aquella estructura guardaba los restos de sus antepasados,  la entrada le estaba prohibida, pues desde el incidente familiar , se había auto-impuesto la norma de que ningún miembro de la familia o sus descendientes pudieran volver a pisar ese lugar y el como último descendiente vivo debía cumplir esa voluntad. Por lo visto todo tenía que ver con una antigua leyenda ...

   Hace miles de años, el mundo estuvo al borde de la destrucción más absoluta ,  de pronto todo el agua existente había empezado a contaminarse, los árboles habían empezado a morir, las criaturas agonizaban y hasta la propia humanidad estaba en un punto crítico. Grandes dominantes de las artes mágicas, conocidos en aquella época como conjuradores, intentaban contener el problema,  en varios puntos del mundo aquellos conjuradores mantenían reuniones en el más absoluto secreto pues las artes arcanas estaban no solo mal vistas sino perseguidas, cualquier usuario de estas artes en cualquier parte del mundo corría el riesgo de perderlo todo, hasta la propia vida, si lo pillaban. Muchísimas discusiones hubieron entre los conjuradores pero solo un grupo de ellos llego a ponerse de acuerdo en algo, tomaron una vara del cedro más antiguo del bosque, la savia más pura del olmo más alto del bosque y las rosas más bellas que aún no se habían marchitado, úniendo la vara a las rosas por medio de la savia y recitando poderosos ensalmos , crearon una vara enjoyada y bendecida con un poder tan grandioso que cumpliría cualquier deseo de su portador, los conjuradores esperaban que con esa vara se pudiera contener la infección que asolaba los mares, ríos y lagos; sin embargo antes de que pudieran siquiera probarla, el problema se resolvió aparentemente por sí mismo. Los conjuradores desconocían completamente el error que habían cometido en su desesperación , sabían que la vara era peligrosa y además ahora era innecesaria y acordaron que debía guardarse en lo más profundo del mar, allí donde nadie la pudiera encontrar , y donde solo el conjurador más sabio pudiera recuperarla si un desastre así se repetía. Con lo que ninguno contaba era con que serían traicionados , pues en uno de ellos anidaba la ambición y el egoísmo, quería la vara, quería el mundo y quería someter a todo ser. Aquella noche, robó la vara y huyó bien lejos, ocultándose de los que fueran sus compañeros y amigos, la vara concedía enormes poderes a su dueño al cumplir todos sus deseos ,  pero había un problema, el dueño de la vara no era el traidor, sino los cinco conjuradores que la habían creado y solo los cinco juntos podían usarla, el traidor solo podía esperar la muerte del resto para que la vara lo aceptará como su dueño y señor y poderla usar. No todo iba a ser tan facil, los que en su día crearan tal magnífico artefacto, sabían el riesgo que corrían y nunca dejaron de buscar, la vejez hacía mella en todos los conjuradores, poco a poco fueron muriendo sin remedio hasta solo quedar dos, el traidor y el que fuera el más arrepentido de todos los conjuradores y el que se sentía más responsable pues el había dado la idea y el traidor era nada más y nada menos que sangre de su sangre, su propio hermano. La leyenda no estaba completa, no se sabe bien como pero ambos conjuradores se encontraron y combatieron a muerte saliendo ganador el lado del bien. Como medida para que no ocurriera algo así de nuevo, el conjurador enterró a su hermano en el túmulo familiar, en la sala del patriarca junto a la vara enjoyada y se aseguró de  que ningún descendiente pudiera volver a entrar a aquel lugar y maldijo aquel lugar para que nadie que entrara pudiera volver a salir con vida.

   El joven pensaba en la leyenda mirando al cielo, pensando en si podía ser real que sus antepasados crearan un objeto así y lo genial que sería poderlo tener para modelar el mundo, para hacer del mundo un lugar mejor cuando de pronto tropezó con algo duro, parcialmente clavada en el suelo a poca distancia de la entrada del túmulo allí estaba, la vara enjoyada de la leyenda, él no lo podía creer, no había duda, era exactamente una vara enjoyada, por fuera del túmulo, y supuestamente nadie más conocía la leyenda, no podía ser una broma, en absoluto. 

Miró hacía la entrada del túmulo levantándose, había sangre , mucha sangre, seca en la piedra , adentrándose en el laberinto excavado en la roca, cogió la vara, se asomó y lo vio, era un cadáver, un difunto con heridas en el cuello, algo le hizo ocultar la vara antes de llamar a las autoridades, aquella vara era suya... su tesoro... 

Cuando llegaron las autoridades, el joven dio testimonio omitiendo la parte de la vara y todo lo referido a ella, terminado lo debido simplemente fue a casa con su nuevo tesoro, pensando en todas las maravillas que iba a hacer , en todo lo que iba a lograr y en como haría del mundo , una versión ideal y perfecta donde no existiera el hambre, la pobreza ni la guerra, una versión del mundo donde todos sería muy felices... a fin de cuentas... ¿Quien no estaría feliz bajo el reinado del gran Marko III, el Ilidiano, último de su estirpe y defensor de su justicia? Una insana sonrisa siniestra asomaba en el rostro de aquel joven... una sonrisa que no presagiaba nada bueno...


Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 04, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Relatos de un viejo LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora