Capítulo I

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¿No habéis sentido nunca la presencia de algo o alguien desconocido, cuando piensas que estás solo?
Sarah Trouss está a punto de descubrir que no duerme sola .

20 de diciembre, martes, 7:02 a.m

—¡Sarah! Despierta, llegamos tarde.— dice mi padre.

Me había olvidado, papá ha decidido que nos vamos a Australia a pasar las Navidades.

—¡Ya voy ! — digo con pereza.

A continuación,me tapo la cara con la almohada intentando olvidar el largo día que se nos viene en cima.

No pasa ni un minuto cuando oigo a mi hermana poner su canción favorita.

Es una de Imagine Dragons que antiguamente también solía ser la mía.

Odio cuando Alice pone esa canción.

Me froto la cara y al dirigirme hacia el baño miro el reloj.

«Mierda» ,voy tarde. Bajo las escaleras lo más rápido posible mientras me cepillo el pelo.

Sin darme cuenta ya estoy sentada en el coche en dirección a la Terminal Tres.

22:50p.m

Tras doce largas horas ya casi hemos llegado. Mi madre dice que en veinte minutos ya estaremos subidos en el taxi que nos lleve a Sydney,a casa de los tíos.

El viaje se me ha hecho corto,a pesar del incordio que es tener a una señora dormida en el hombro.

No tenía muchas ganas de venir aquí, pero tras observar el bonito paisaje que se mecía por la ventanilla de mi asiento, no puedo estar más impaciente por llegar a casa de los tíos.

Durante el vuelo sólo me he levantado un par de veces para ir al baño, por lo que me costará mover las piernas cuando pise tierra.

La voz de la azafata anunciando que llegaremos en diez minutos me distrae de mis sumisos pensamientos y me hace volver a la realidad.

23:45 p.m

Veo que las afirmaciones de mamá no eran correctas,ni si quiera aproximadas,pero no puedo quejarme,todo aquí es precioso, y a pesar de que es diciembre no hace menos de veinticinco grados, cosa que no me sorprende al estar en uno de los sitios más calurosos del mundo.

El taxi en el que nos hemos subido tiene un llavero colgado del retrovisor en el que pone Miami con letras de color rosa flúor. El conductor tiene un ligero acento ruso, y por su piel pálida y sus cabellos rubios estoy convencida de que lo es.

Adoro este lugar. «Vendré a vivir aquí cuando sea mayor» pienso mientras
miro por la ventana del taxi de asientos de cuero.

Under My BedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora