Tenía solamente siete años cuando mis padres murieron en un accidente automovilístico. Apenas me acurdo de ellos, por lo que prefiero no hablar sobre el tema.
Después de su muerte, ningún otro miembro quería hacerse cargo de mí. Fue mi tío el que tuvo que convertirse en mi tutor.
Pocas semanas después, tanto en el colegio como en mi nuevo hogar, comenzaron a ignorarme. Cada vez me sentía más sola. Fueron en esos días que conocí a Slenderman. Al principio, estaba algo asustada, pero poco a poco fui acostumbrándome a su compañía. Disfrutaba del tiempo que pasaba con él, a pesar de que el no decía ni una sola palabra.
Cuando cumplí once años, abandone mi hogar para irme junto con Slender. Ese mismo año, llegaron sus dos ayudantes: Masky y Hoodie. Por culpa de su llegada, Slender dejo de prestarme la misma atención de siempre, ya que debía entrenar a sus nuevos ayudantes.
Al cumplir catorce, me convertí en uno de los ayudantes de Slenderman. No fue algo fácil, fue un proceso bastante doloroso, del cual hablare en otra ocasión. Después de aquello, escuche por primera vez hablar a Slender.
Días más tarde, deje el colegio, pero no fue por mucho tiempo, ya que Slender no quería una chica estúpida trabajando para él.
Actualmente tengo diecisiete años. Apenas escucho mi nombre real, siempre me llaman por el apodo que Slender me puso: Hunter.