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– Descarte un par de sitios de esos que funcionan a puerta cerrada –y que dios sabe que hay a dentro–y me fui directo al Gaycheom – divertido juego de palabras entre el nombre del barrio Gamcheom y la palabra gay.

Una gran parte de este barrio de Busan está especialmente concurrido por individuos afines al movimiento [LGBT]

Que ya conocía de una anterior expedición aventurera.

En aquella primera ocasión había intentado ligar a un tío, pero el resultó ser una loca, canijo bastante feo con camisa de tirantes, ante lo cual acabe inventándome una excusa para irme a casa.
Ese día no descubrí que me gustaran los tíos. Descubrí que había un tío en el Gaycheom que no me gustaba.
Con lo que no avance mucho.

Esta vez quería fijarme bien y encontrar un tío que no fuera un cualquiera, si no que me atrajera, para poder confirmar mis sospechas.

Cuando no sabes si eres gay pero te fijas en tíos hay una duda que te planteas: ¿es deseo o admiración? ¿me gusta ese tío o me gustaría ser como ese tío?
Es una tontada, pero eso es lo que tiene el autoengaño.

Estuve buscando por los mismos bares de la vez pasada pero estaba todo vacío por ser miércoles.

Con frecuencia había uno que se me quedaba mirando fijamente, como dejando la pelota en tu campo e invitándote a acercarte.

Daba bastante cague, la verdad.

Dos de ellos bastante jóvenes, se me quedaron mirando tanto rato –y yo a ellos– que al final me acobarde y me fui a otro bar.

Llegue a un local bastante grande e iluminado, lleno de gente y ambiente. Gente de todas las edades.

Recorrí todo el bar sin ver a nadie de mi agrado.

Ya tenía en mi cabeza la idea de que al fin y al cabo yo no pertenecía a aquel lugar, y que si no encontraba a nadie era porque no era eso lo que buscaba.

No era mi intención dejar mi problema por resuelto, si no buscar de otro modo, por otros sitios.

Al empezar a largarme vi avanzar entre la gente a aquel chico

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