Capitulo 6

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Alivió y silencio.

Sentí un alivío en mis muñecas, sentía como recorría la sangre en mis brazos y se sentía bien.

Era como cuando sientes que te falta sangre por la obstrucción de una moña ó pulsera muy ajustada y al quitartela sentías él flujo de la sangre pasar y bueno se sentía así porque.

ESO HABIA PASADO.

Mí mamá había soltado mis muñecas y había caido al suelo, no me atrevía a moverme, nadie decía nada, era un silencio aturdidor, no me atreví a abrir los ojos, sentía miedo y angustía sentía como mí corazón paraba poco a poco de latir, sentí algo en el corazón, como sí me lo estrujeran y sacaran todo dentro de él.

Mucho silencio, ya habían parado los gritos aunque seguían los del infante pero luego se escucho algo más, eran respiraciones de alguien que había hecho un gran exfuerzo se escuchaba muy agitada y un segundo después.

Abrí mi ojos y salí de abajo del carro, mi madre me ayudó a levantarme y me abrazo, un abrazo cálido y lleno de amor y miedo de perder a sé alguien tan importante.

Mí mamá había retomadó su compostura y él aire también pero luego sé fue hasta donde estabá la muchacha y empezó a aplastar con su bota al caminante.

—Maldito muerto de mierda.—dijo con enojo.

Decidí llevarme a los extraños a que cambiaran sus prendas ya que las actuales estaban llenas de sangre, igual que sus rostros.
Seguimos los tres, subimos las escaleras y llegamos al cuarto de Katherine, le dí una camisa manga larga negra con cuello v y unos vaqueros ambos al cuerpo y ella tenía unos converse blancos puestos así que no tuve que darle un par de zapatos, él chiquito no corriá la misma suerte ya que no tenemos ropa para infantes.

Les enseñé él baño del cuarto de Kate y ella y él niño entraron y antes de cerrar la muchacha me había agradecido para después cerrarla.

Al bajar las escaleras encontré entrando a mí madre por la puerta a la entrada del garajé y fue directo a la cocina.

Me senté en uno de los escalones de las escaleras y mí madre tomó un vaso y sé lo lleno de agua y luego volteo se sentó encíma del bar y abrío la boca un par de segundos iba a decirme algo pero callo.

—¿Tú crees que haya pasado lo mismo en todo el mundo?—quise romper él hielo preguntado eso pero mí madre no contesto.

Otra vez a ignorarme ¿En serio?

—¿Te encuentras bien?—preguntó mi madre.

—Sí, no pasó nada—dije, obviamente estaba asustada, temblaba descontroladamente, mi vida había peligrado ya dos veces en un mismo día, p ro no quise preocupar a mí madre.

Al escuchar un par de pasos arriba mí madre y yo nos paramos en seguida y  fijamos nuestra vista en las escaleras, allí se encontraban ambos ella era mona natural, tenia él pelo por encima de la cola y un cuerpo lindo, era blanca y delgada de tal vez un 1,70 o un poco más para ser verdad era alta y con una cara linda, él niño era monito con ojos azules y de tez blanca.

—Esta bien tú....emm...Disculpa no me se tú nombre, nosotras somos Cristina y Mia Pearce.—me hice al lado de ella.

—Me llamo Sam.—dijo la chica.

Luego volteamos a ver al pequeño y este continuo.

—Me llamo Max.—Él niño tenía una dulce voz.

Hubo un silencio muy incomodó después de que ellos dos hablaran.

—Emm bueno, necesito ir por algo al auto, con permiso.—dijo la chica antes de marcharse al auto y al llegar a mí madre está se interpuso en su camino haciendo que ella volteara a verla, al igual que todos.

—Tú no iras a ninguna parte.—La chica se quedó helada por él tonó en él que mí madre había hablado.—Ahora ve y sientate.

—Le he dicho que necesito ir por algo y sí me permite ire.—dijo siendo lo más seria posible.

—¿Y acasó es que tú no me escuchaste bien?—Mí madre tenía el genio algo fuera.

—¡¡QUE TE SIENTES, YA!!—Grito.

Y la muchacha y él infante en cuestión de segundos estaban setandos en dos sillas de la sala de estar.

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