Soraru estaba sentado frente al ordenador cuando llamaron a la puerta de su casa, era Mafumafu. Cierto, lo había invitado el día anterior para así salir de casa y romper un poco la rutina, aún lo recordaba...
Estaban saliendo del estudio de grabación cuando Soraru captó la atención del peliblanco tirando de su manga, que estaba distraído tarareando la melodía de su nueva canción.
-Oye, Mafumafu -era un poco incómodo decir eso a su amigo, no quería que se formase una idea equivocada sobre la invitación-, ¿te gustaría que quedáramos mañana? Ya sabes... Pasar el día juntos, salir un poco de casa...
"Solo lo estás empeorando todo, idiota. Cállate", le decía una voz en su cabeza.
- ¿Lo dices en serio, Soraru-san? -preguntó Mafumafu con los ojos muy abiertos.
-Si no quieres no tiene que ir, tranquilo... -intentaba escabullirse una vez más de estar a solas con Mafumafu, los nervios se habían apoderado de él.
-Oh, no te equivoques -le tomó la mano y la estrechó, aunque no le miraba a la cara-. Me encantaría quedar contigo, Soraru-san.
-Nos vemos...
Soraru miró hacia su mano, entrelazada con la de su amigo y la apartó. La metió en su bolsillo y se fue sin esperar la despedida de Mafumafu, que lo miraba con una sonrisa mientras se iba.
Y así se encontraba en esa situación, dejó entrar a Mafumafu a la casa. El chico llevaba un jersey negro con una camisa blanca por debajo y unos pantalones verde oscuro. Mafumafu entró y abrazó al pelinegro con fuerza, el segundo aún seguía con el pijama puesto, se le había pasado el tiempo volando y no había recordado que debía cambiarse.
-Mafumafu, suéltame -le pidió-. Tengo que cambiarme así que espera en el salón.
- ¿No puedo ir contigo, Soraru-san?
Soraru se sorprendió ante la pregunta, aunque no se le notaba. Asintió sin más y se fue a su habitación seguido de Mafumafu; mientras se cambiaba a una sudadera azul, una camisa y unos pantalones negros, intentaba no prestarle atención a la otra persona que estaba en su cuarto sin mucho resultado, su rostro rojo y sus esquivas miradas solo confundían más al otro.
Cuando terminó, ni siquiera le miró a la cara hasta que salieron de la casa, cogiendo una gran chaqueta por si acaso. Estaban en invierno así que, ¿quién sabe si haría frío o se pondría a nevar? Aunque Mafumafu no parecía realmente preocupado por eso, teniendo en cuenta que no llevaba abrigo, ni bufanda, ni gorro, ni nada que le asegurase calor.
- ¿No vas a tener frío así vestido? -le preguntó arqueando una ceja.
-Estoy perfectamente, Soraru-san.
- ¿Seguro?
-No hace falta que te preocupes tanto por mí, estoy completamente bien.
El peliblanco sonrió otra vez, estaba más animado que de costumbre lo cual alegró a Soraru y le hizo devolver la sonrisa. A Mafumafu realmente le gustaba cuando su amigo sonreía de esa manera tan linda, le hacía sentir útil ser la razón de esa sonrisa, aunque solo duraba unos segundos siempre que la veía.
-Mafumafu -volvió a empezar una pregunta-, ¿por qué aceptaste venir conmigo?
- ¿Hm? Oh, eso es porque me gusta Soraru-san.
-... Ya lo sé, me los has dicho varias veces.
"Soraru-san aún no se da cuenta... Que ingenuo e inocente es", Mafumafu soltó una carcajada. Sin darse cuenta, su mano se había agarrado a la muñeca de Soraru, el cual parecía más nervioso que incómodo por la situación.