El Beso

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—¿En serio tienes que irte ya? —le dije con voz soñolienta, mientras intentaba que mis párpados se mantuvieran levantados un rato más.

El sueño comenzaba a apoderarse de mi, pero yo me resistía y me negaba a sucumbir a él.

—Está a punto de amanecer... —susurró suavemente al mismo tiempo que su masculina mano acariciaba mi cabello moreno esparramado sobre la blanca almohada— Sabes que realmente no quiero irme, pero el tiempo se me agota...

—Pero es que yo no quiero que te vuelvas a marchar... Aún no —le supliqué, mirándole fijamente a sus bellos y penetrantes ojos negros.

—Princesa, no te preocupes. En cuanto la noche caiga como un manto negro, oscureciéndolo todo a su paso, vendré de nuevo a ti.

Se inclinó un poco más sobre mí y me plantó un beso suave en la comisura de mis labios. Un beso tierno, delicado, un beso de despedida.

Antes de que pudiera seguir con mis ruegos, mi amor misterioso desapareció en un abrir y cerrar de ojos, dejándome sola cómo todas las noches. Estiré la mano hacía el lado de la cama donde segundos antes había estado tumbado para poder sentir el calor residual que todavía permanecía allí.

Acababa de esfumarse y ya estaba echándolo de menos. Anhelaba sus caricias, su toque mágico, sus tiernas palabras llenas de pasión y sentimientos; añoraba todo lo que él representaba.

Con resignación, me obligué a concentrarme en otra cosa, hasta que las manos de Morfeo se apoderara de mí y me llevara al país de los sueños... y poco después, ya me encontraba sumergida en él.

                                                  ***

Pasé el resto del día como un zombie, agotada y sin ánimos para nada, sólo ansiaba que llegara la noche para volver a estar entre los brazos de mi visitante nocturno. Apenas sabía algo de él, pero me era indiferente, lo único que tenía claro era que lo amaba más que a mi vida y que haría cualquier cosa por él, por Ethan.

Lo más importante en esta relación era, que él me necesitaba tanto o más que yo a él. Y con eso me conformaba.

Mientras me daba una humeante ducha, para que mis tensos músculos se relajasen, recordé la primera vez que mis ojos se llenaron con la visión de su atractivo cuerpo. De eso hacía ya varias semanas y siempre agradeceré a Dios por aquél afortunado encuentro.

Me encontraba yo en la calle, a pocos metros de mi vivienda, con las manos ocupadas con dos grandes bolsas de basura. Estaba haciendo malabares para poder alcanzar el contenedor de basura antes de que alguna de aquellas negras bolsas acabará rota y con todo su apestoso contenido esparcido por el suelo, contaminando la acera. Había estado ese día de limpieza y después de un largo y extenso chequeo sobre mis viejas pertenencias, había decidido tirar una gran cantidad de cosas en desuso y estropeadas. Y tanto trabajo conllevaba a más trabajo todavía, ahora tenía que sacar todo esos desperdicios en dos grandes bolsas de plástico. Por no echar un segundo viaje, puesto que hacía mucho frío a esas horas, decidí cargar con ellas de una sola vez, por esa razón las llevaba a rastras, arriesgándome a que acabaran destrozadas.

Por suerte, un joven y apuesto muchacho, se ofreció a ayudarme. Cuando vi tal belleza que prácticamente me encandilaba, decidí que el negarme y declinar su oferta no estaba dentro de mis opciones. Dejé que cargará con una de ellas —la más pesada—, y entre los dos logramos conseguir el objetivo: deshacernos de ellas.

Desde entonces, cada noche ha estado entrando a mi habitación por la ventana, para visitarme. Al principio sólo hablábamos, para irnos conociéndonos, pero luego... Luego las cosas fueron a más y ahora, su presencia, su imagen, su olor, siempre está en mis pensamientos.

Desde que intimidamos tan profundamente, mi mundo cambió y ahora gira entorno a él. Ethan lo es todo para mí, la persona que me acompaña en mis solitarias noches, el hombre que me hace sentir mujer, el amigo que sabe escucharme y comprenderme; es el hombre perfecto, el deseado por cualquier mujer.

No sé que es lo que hace el resto del día, donde va o donde viene, con quién está o a qué se dedica. Lo único que sé que soy yo la que le da todo lo que necesita, amor, comprensión, cariño y sustento.

Es a mí a quién acude cada vez que el sol se oculta en el horizonte para poder sobrevivir un día más, entre tantos años de existencia, ahora soy yo la elegida. La mujer que le aporta lo que más ansia y necesita para subsistir: Sangre.

Todo se resume a eso, a ese líquido tan valioso y tan codiciado por los suyos. Yo soy su fuente de alimentación y cada noche, Ethan me regala el mejor de todos los besos que puede llegar a existir en este universo... "El beso de un vampiro".

                                                           FIN

Amor y DelirioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora