Capítulo uno: ¿Te conozco o no te conozco?

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Primero que nada, es la primera NOVELA que subo aquí. Sí, porque anteriormente subí un cuento. . . Desde otra cuenta(?). Eso es otro tema. xD
Espero que disfruten. Mi ortografía es buena, tengo un amplio vocabulario, e intento mantener una buena gramática. . . Así que. . . #YOLO. Creo que no le pondré prólogo. . . (?) Ah, otra cosa: Suelo utilizar el narrador omnisciente. No en primera persona como varios escritos que he leído en Wattpad. Eso. . . Si me leen, les daré galletitas. ♡

El Sol salía y esparcía sus rayos dorados, apuntando que eran las 06 AM a todo esplendor. Día perfecto y hermoso para salir a pasear. A excepción de los estudiantes que debían alistarse para ir a sus respectivos establecimientos que los encerraban la mayor parte de su vida. Algunos eran felices con esto, otros se resignaban, era su obligación, mientras que otros simplemente no estaban interesados en lo más mínimo.

Pero cuando se es universitario, las cosas dan un giro rotundo. Sólo unos pocos llegan con sus dignas notas propias, aptas para las carreras escogidas. Sin embargo, el dinero es el problema de algunos, aunque existen miles de becas que deben de conseguirse con esfuerzo. Éste era el caso de nuestros dos protagonistas, en su primer año de universidad, se estaban adaptando a todo; ya sea en horarios y estudios.

¿Qué carreras han escogido? Enzio, prefiere todo lo relacionado con la ciencia, yéndose a una de sus ramas: La química.
Domeneco se decidió por el lado humanista: Derecho.
Cosas distintas, en universidades distintas, pero de buen nombre. Chicos interesados en saber aún más, en descubrir más de sus pasiones, a lo que le quieren dedicar la vida en un cien por ciento.

En una casa común y corriente de color pardo, situada en una población donde abunda la mala gente, se hospeda un castaño de hebras claras -pero mojadas por la ducha tomada- y ojos del mismo tono armonioso, su piel era blanca además de llamativa. El individuo se preocupaba de las prendas que estaban limpias para lograr utilizar este día. Quería lucir bien, pero no con cosas llamativas, odiaba ser de aquellos que sólo llaman la atención por las puras. Aunque él la llame todo el tiempo metiéndose en problemas con los profesores o alumnos. . . Eso, era vida pasada, creía y pensaba.

-Un nuevo paso daré. . . Y todo historial maligno eliminaré. . . - Musitaba Enzio para sí mismo, terminando al fin de abrochar una camisa juvenil, y, cómoda de color roja, a cuadros ligeramente notables de distintos colores como: Verde, azul.

Se agachó, para buscar en el closet un pantalón. El primero que encontró era negro, se encogió de hombros, chistando la lengua contra los dientes. -Tsk. . . La pinta es lo de menos, ¿no? - Se interrogó a si mismo, cerrando el material inerte de manera descuidada.

Caminó un poco para abrir la ventana rústica, dejando que el aire fresco penetrara su cuarto vehemente.

Adoptó una posición en cuclillas para buscar un par de zapatillas. ¡Dios, ese cuarto estaba patas arribas! La mayoría de cosas desordenadas, él, agradecía el acordarse en dónde metía las cosas. -A veces desearía no ser tan descuidado... - Emanó en un tono de voz penoso. Puesto a que... No encontraba el compañero de la zapatilla adecuada... ¡No lo encontraba! Ah, ahí estaba. Debajo de su cama. - Maldición... Desde hoy, comenzaré a ordenar mis cosas...Lo merece la salud de mi habitación... -Sabía que no sería posible pero...Lo intentaría al menos la intención es lo que cuenta, al fin y al cabo.

No tomó desayuno, su estómago rugía igual que una fiera, no obstante, no tenía tiempo para ello. Salió, casi resbalándose en las escaleras, pero algo le faltaba... -¡Mi mochila! - Chilló buscándola en el sillón. Al estar absolutamente todo listo, se preparó para emprender rumbo a su destino: El bus que lo encaminaría a su universidad, le sobró tiempo, y observó con destreza a las personas que esperaban lo mismo que él. Hizo un mohín de desagrado, le ahogaba tanta gente desconocida, que al parecer, también eran poco sociables, al menos eso observaba por cuenta propia.

Conforme en otro lugar de la ciudad, un muchacho se preparaba para dar el gran paso a la nueva vida que le esperaba. Se sentía feliz y armonioso. Despertó antes de que la alarma le avisara la hora exacta para levantarse. De su boca brotó un bostezo flojo, pero con muchos ánimos.

Se estiró, levantándose de su cama, dejando ordenadas las sábanas que utilizó. Se dirigió hasta el baño, allá se daría una ducha y pues, tenía el tiempo medido. Mientras se quitaba la ropa, observaba en la pared la hora. - Tiempo suficiente... - Sonrió de forma amena, enjabonando su anatomía.

Al término del baño refrescante, salió secándose por completo, todas las partes húmedas, a excepción de sus hebras oscuras, a las que les ofrecería el lujo de ventilarse en el aire crudo de las calles.

Tomó de su velador la ropa sentenciada el día anterior a ser utilizada hoy. Era algo sencillo, pero formal. Prendas negras, camisa blanca y una corbata oscura que hacía juego con su bolso.

Absorbió una gran bocanada de aire, envolviendo su muñeca con un reloj de mano bastante suntuoso, pero eso no significa que haya sido de alto precio, pues, tenía el dinero justo para arrendar la casa, aunque obviamente no solo, sino que con dos amigos más que utilizaban las otras habitaciones.

Esperó a ambos tipos con aburrición en el living. Estos se deleitaban con el desayuno.

- ¡Heeeey! Te hará mal estar en ayunas. - Le advirtió un rubio, enarcando una ceja, además de generar una sonrisa en sus comisuras labiales.

-No importa. Prefiero comer una golosina. - Respondió tajante Domeneco, sin pronunciarle una mirada al menos. - Sino se apresuran, me da igual que no sepan en qué paradero tomar el bus, me iré solo. -

- No seas malo, Domeeee.~ - Infantil lo llamó un moreno de su mismo tamaño.

El castaño -hebras oscuras- se levantó y salió del hogar sin paciencia, estaba harto de lo mismo cada día. Él era puntual, y debía serlo el primer día de clases, no iba a dar una mala impresión gracias a dos holgazanes buenos para nada.

Llegó al paradero, viendo a todos los peatones esperando el medio de transporte con calma. Alzó su mano para ver la hora con serenidad, faltaban cinco minutos. - Mnh... -

Ezio por su parte se levantó para ver qué hacer, se aburría... ¡Todos eran tan insulsos! - ¿Acaso todos sufren de eutrapelia? Tsh. - Suspiró rodando los ojos, pero los entrecerró con fuerza al ver a Domeneco. - Tú... Parece que te conozco... ¿Eh? ¡¿Neko?! - Vociferó para llamar la atención de su objetivo.

- Sí, nos conocíamos. Eso es el pasado. Y no me llames neko, ese apodo es horrendo. - Respondió cortante el aludido, sin observarle. No le interesaba recordar los viejos tiempos. le interesaba el presente.

-Ah, cierto. - Murmuró el más bajo. -Te fuiste a una escuela particular y te volviste un engreído. - Bufó pesado, alejándose hasta llegar al lado de una anciana. Quien le gruñó por acto de "cortesía."

¿Eres tú? (Yaoi.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora