Axel no dejaba de bostezar en clase de historia. Había tenido muy mala noche, su nuevo cachorro al parecer extrañaba a su mamá y no dejó de llorar hasta el amanecer.
Cada vez sentía como sus párpados pesaban más y más hasta que vio una mano agitándose en frente de él.
—¡Oye! Despierta bello durmiente, no has anotado nada.—dijo su mejor amigo Sebastián con una sonrisa bobalicona.
—¿Hoy trajiste tu café? En serio no puedo permanecer con los ojos abiertos más de un minuto.— dijo en un bostezo Axel.
—Te fallo ésta vez amigo, pero ya repararon la máquina de afuera. Ve, no creo que el profesor se dé cuenta de que saliste.— susurró Sebastián.
Y era verdad, el profesor nunca se daba cuenta cuando alguien salía, y si esta vez lo hiciera, no habría alguna consecuencia grave. Axel tenía muy buen promedio y por lo general era de los favoritos de los profesores.
Con sigilo, rodeó el salón de clases tratando de no hacer ningún movimiento brusco y salió sin más. Caminó por el pasillo hasta la máquina de café y se tomó el expreso sin chistar, sintiendo la cafeína haciendo efecto por sus venas. En cuanto acabó, decidió asomarse al salón de su novia, que estaba a tan sólo tres salones del suyo.
Observó a través de la ventana tratando de buscar la cabellera negra y brillante de su novia. Sólo le tomó unos segundos para ubicarla y cuando lo hizo trató de llamar su atención. La chica de ojos verdes y piel blanca como la leche, volteó al ver gimoteos en la ventana. Al ver a su novio, sonrió impecablemente y le hizo una seña mandándole un beso. Axel le guiñó un ojo e hizo una seña de que se veían al acabar la escuela. Vanesa asintió y le dedicó una última sonrisa. Axel avanzó hacia su salón y al despegar sus ojos miel de la ventana del salón de su novia, chocó estrepitosamente con una castaña, cayendo los dos al suelo junto con los materiales de trabajo que llevaba la chica.
—¡Fíjate por donde vas!— dijo la chica de ojos cafés levantando sus cosas roja del enojo.
—¡Lo siento! No fue mi intención, lo juro.—dijo Axel rojo pero de la vergüenza. Intentó ayudarla pero ella le quitó las manos en un movimiento brusco y al tocar su mano sintió un toque, y ella también lo sintió porque de inmediato volteó a verlo a los ojos. Axel contuvo la respiración al ver sus enormes y profundos ojos marrones, adornados con unas pestañas que parecían abanicos, parpadeando con desconcierto.
—Déjalo así.— vaciló la castaña, bajó la mirada y entró al mismo salón que iba a entrar Axel.
¿Hace cuanto estaba en su salón? Se preguntó Axel en su mente. Nunca la había visto. Porque de ser así, lo recordaría.
Unos segundos después entró al salón y trató de localizarla con la mirada caminando hacia su lugar sin ser obvio.
La castaña se encontraba hasta el fondo del salón, en una esquina junto con una chica rubia.
—Estúpido...— susurró con coraje la castaña acomodando sus materiales desordenados.
—¿Estás bien Andrea?— preguntó su amiga con una sonrisa burlona al escuchar su pequeño insulto.
—Sí, el idiota de Axel chocó conmigo afuera y caí junto con mis cosas.—dijo Andrea hojeando su libro de historia. —¿Tengo un raspón en el codo? Me duele un poco.— mencionó con disgusto mostrándole su brazo.
Chloe hizo una mueca al ver el raspón de su amiga y asintió. Andrea volteó los ojos y soltó un bufido.
—Genial, mis padres ahora pensaran que me raspo los codos a propósito.—dijo con una sonrisa sarcástica la castaña mientras que Chloe trató de sonreír también pero no lo logró.
ESTÁS LEYENDO
Ángeles.
Ficção AdolescenteAxel es un chico dedicado a los estudios, tranquilo, con una vida algo normal, a su parecer. Pero su vida cambia cuando conoce a Andrea, una chica que desde que vio sus profundos ojos marrones, supo que iba a ser especial. Y vaya que lo fue; ella er...