Ave de Otro Cielo

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Soy adicta a tus mentiras, y de pronto confío en que esta vez será diferente. Porque, prefiero la guerra contigo, al verano sin ti.

Tú, mi eterno amor. Llegas y te vas cuándo y cómo quieres. Me exiges y me pretendes. Me enciendes, y, me mientes.

Cada vez que regresas, me quemas. Me inundas en sentimientos inexplicables. De pronto me elevas y al concluir con tu objetivo, me dejas caer. Llegas para desequilibrar mi universo casi organizado. Como ave transitoria revuelves de paso todo lo que encuentras en tan placentera estancia. Entonces es cuando me doy cuenta que es predecible nuestra situación.Haces lo que necesitas sin medir consecuencias, porque tu amor es así, egoísta. 

Es cierto aquello que he leído en mis cuentos literarios que dice “nadie conoce mejor tu infierno como aquel que se ha quemado en él” en este caso, conozco todos los rincones, los atajos, y los refugios de tu caluroso pero a la vez frío infierno. Tan frío como tu corazón y tan caliente como el sol.Es en ese momento cuando me doy cuenta que, contigo estoy mal pero sin ti estoy peor, pero, ¡qué más da! eres un veneno que da vida. Para mí es un placer esta agonía.

Soy adicta a tus mentiras, y de pronto confío en que esta vez será diferente. Porque, prefiero la guerra contigo, al verano sin ti. Pero, pasan los meses y llega el invierno y resulta que aún esta batalla no ha terminado. Sin ser un día especial, recibo una llamada en la madrugada, un mensaje diciendo “hola, ¿cómo estás?” junto a una nota de voz que susurra lentamente un “te amo”. Mis manos comienzan a temblar, mi estómago se vuelve un mariposal. Es inevitable llorar, no sé qué interpretar. Soy vulnerable a tu voz. Pasa, que, de pronto la oscuridad de la noche, la luz de la luna y mi ser entran en complicidad y se asoma la nostalgia junto a la necesidad, y es ahí cuando vuelvo a requerir de ti. Tu piel me hace querer volver, tu perfume me hipnotiza, me envicia. Y, sedienta de tus besos, voy tras ellos.

Mi mundo de posibilidades se refleja en ti. Cada cual se mata con el daño que le parezca más placentero, y yo me mato junto a ti. Junto a tus besos, aquellos cálidos besos que tantas veces me hicieron tuya, junto al placer de perderme en tus brazos, junto al sentimiento. Me gusta tu voz y me dejo llevar… he vuelto a vivir, a sentir. Eres el adiós que nunca sabré decir. 

Pero, no es mucha la felicidad. Dos, tres meses en completa coexistencia. Pero resulta que, te estresa el no poder ser esa ave libre de sí. Lo intentas, pero eres demasiado cobarde como para quedarte. Te aterra el imaginar algún tipo de compromiso, y coges vuelvo. Vuelves a ser ave de otros cielos, tal como te gusta. Y me pregunto: ¿cómo piensas custodiar mis caricias si cada viernes cambias de piel? Entonces, disfrutas esos días como inmigrante y conoces nuevos cuerpos. Eres lo suficientemente astuto como para llamar, recibes una contestación llena de indiferencia. Pasan los días y decides regresar, sin saber cuánto tiempo te quedarás. Vienes a revolcar. Pero, llegará el día en que te irás, y de la misma manera regresarás. Sabes cómo hacerme sufrir. Al final de la batalla es como si quisiera dispararte pero a la vez ser el escudo que te salve. 

Guardo la esperanza de que algún día esto acabará. Tus llamadas, tus mensajes y tu voz no me importarán. Pues, me cansaré. Y sí, te amaré; pero me rendiré. Lo que no sé, es que si ese día llegará en esta vida o en diez.


-Anonimo
Puerto Rico

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⏰ Última actualización: Jan 07, 2016 ⏰

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