Capítulo XXIX.

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Astro gritaba histérico, se revoloteaba y sacudía como animal rabioso en la especie de camilla a la que se encontraba atado. El chico de ojos celestes estaba completamente desnudo ante los ojos de Gregor y otras criaturas que se dedicaban a la ciencia, lo sabía por sus largas batas blancas y aparatos extraños pero que aparentaban ser instrumentos de medicina.

—¡Gregor por favor! ¡Basta!—gritaba y gemía del dolor que le provocaban las ataduras de la camilla.

—Amordácenlo o sédenlo.—dijo Gregor tan frío

—¡No, Gregor!—una criatura con bata blanca se acercó con una jeringa y la incrustó en el brazo derecho de Astro, el rubio castaño luchó por no cerrar sus ojos, pero el líquido que había entrado en su sistema opinaba diferente.—Troy—susurró apunto de quedarse dormido, pero logró escuchar a Gregor

—Ya sé que se llama Troy.


*********

Astro abrió los parpados y una luz blanca lo cegó por unos instantes, parpadeó rápidamente para acostumbrar a sus ojos al exceso de luz, una vez que sus ojos celestes se adaptaron las cosas empezaron a tomar forma. Se sentó en la cama donde antes estaba acostado y observó que estaba en una habitación pequeña con una camilla, todo era blanco como siempre, había una mesita con una bandeja de comida, verduras, frutas y otras cosas extrañas de muchos colores, tenían una nota que decía "nada de esto es carne, provechó vegetariano", Astro comió como desesperado, tenía un hambre atroz, pero las cosas que no conocía las tiro por el retrete, si pasaba lo que esperaba sería una señal, un plan, plan que anhelaba con todo el alma. Se levantó de la cama y caminó hasta la puerta donde había un botón rojo blanco, lo oprimió y la puerta se abrió. Al rubio castaño se le hizo raro, además apenas notó que solo iba en bata azul claro y descalzo. "Mis zapatos, mi cuchillo" se lamentó el chico, para su buena fortuna lo había escondido en su zapato pero debajo de la plantilla o suela.

Salió al pasillo mirando por todos lados, sintió el suelo frío, pero obligó a sus pies a acostumbrarse. Regresó a la habitación y tomó el cubierto donde estaba su ensalada. Una vez más salió al pasillo y lo marcó como lo hacía con todos, 1003 marcó recordando que el último número que había marcado era el 1002. Avanzaba por los pasillos sin rumbo, marcaba los que no estaban marcados y abría las puertas para ver que había atrás de ellas. El rubio castaño se dio cuenta que la nave no tenía mucha seguridad, lo vio lógico ya que Gregor tenía en la nave solo a sus miembros más confiables, no desconfiaba de su seguridad, nunca tomó en cuenta que Astro la empezara a espiar. Bajaba niveles y evitaba a todos científicos o trabajadores de la nave.

Llegó al ultimó piso, un piso que estaba enorme y media de alto lo equivalente a 4 pisos. Abrió la puerta y las luces se activaron dejando ver en realidad cuán grande era, no se le vía fin, sin duda era la parte más grande de toda la nave. Estaba repleta de cubos, de esos cubos que en el planeta Tierra habían asesinado a millones de humanos, esos cubos que extraían la sangre de las personas solo para el deleite de Gregor y quien sabe cuántas personas más.

Astro corrió piso arriba y en los 6 piso arriba del último piso el panorama era el mismo, miles de cubos, hasta que llegó a otro piso, donde había miles de Pawns en suspensión, por ahora Gregor no los necesitaba, al igual que los cubos 6 pisos eran dedicados solo para los Pawns. Pero no fue lo único que descubrió el rubio castaño, sino que pisos arriba del de las criaturas robóticas había una enorme pileta llena del líquido escarlata que casi bebé Astro, sangre, toneladas y toneladas de sangre puro en esa pileta. Astro dedujo que la sangre no solo la bebía Gregor, sino que también la ocupaba y combinaba con aceites y líquidos extraños para activar a los Pawns. Toda la información estaba en los planos de los Pawns, planos que habían dejado en una mesa que quien sabe cuántos otros papeles tenia. Astro retuvo la información, le sería muy conveniente, conocía la mayor parte de la nave, la cual estaba dedicada a los Cubos y los Pawns.

Siguió su camino, volvió a subir al piso donde estaba, los pasillos ya practicante los tenia identificados, entró a su habitación y lo anotó en el esquema que dibujaba, por si se le llegaba a olvidar, los volvió a esconder debajo de la cama y salió antes de que cerrara la puerta. Subió al elevador y se dirigió hasta el último piso, pero recordó que ahí era la base operativa y muy seguramente ahí estaría Gregor, así que oprimió de nuevo el penúltimo piso. Cuando llegó salio como alma que lleva el diablo y vio un gran ventanal al frente, caminó con sus pies desnudos hasta el ventanal.

—Es hermosísimo—susurró Astro dejando escapar un gran suspiro de asombro

Frente a los ojos celestes había una oscuridad pero resplandecían millones de luces, además de que a lo lejano se vía polvo cósmico y una nebulosa de color rojo con verde que formaban un panorama que simplemente el rubio castaño jamás se imaginó conocer.

—Ah, aquí estas, como no se me ocurrió antes—dijo Gregor agitado—Te estuvimos buscando por horas, para la otra mejor te pondré de nuevo a alguien que te custodie.

—Como quieras—dijo Astro tratando de no levantar sospechas—Es hermoso—cambió el tema

—Este panorama no es nada a comparación de las millones y millones de maravillas que hay en los universos. ¿Has estado todo el rato aquí?

—Sí—aseguró Astro, pero no tardo de sentir ese ya conocido dolor de cabeza, Gregor trataba de entrar a su mente, Astro se esforzó como nunca, trato de concentrarse y bloquearle la entrada, lo logró, logró percibir esa sensación de allanamiento en su mente y la golpeó hacia afuera de su mente.

—¡¿Pero qué.....?!—Gregor miró por primera vez aterrado a Astro, había perdido el poder de poder entrar a la mente de Astro

—¿Qué pasa Gregor?—dijo con cinismo

—¿Cómo? ¿Cómo pudiste?—las manos de Gregor empezaron a temblar, nunca nadie había siquiera intentado alejar a Gregor de su mente, ahora Astro había logrado y sabía que seguirá defendiendo a su mente para que Gregor jamás la volviera a perturbar.

—Lo que no mata...

—Te hace más fuerte—dijo Gregor pero Astro negó con la cabeza

—Lo que no mata, te da la suficiente fuerza para que tú lo mates.

—¡Como osas hablarme así!—gritó Gregor indignado y sentía que perdía el control sobre el mapa. Levantó la mano para golpear a Astro como le era costumbre, pero esta vez Astro le detuvó la mano a medio camino y evitó que la palma de Gregor impactara en su rostro.

—No te atrevas a volverme a tocar Gregor—lo retó Astro, ahora tenía un argumento para su defensa y lo ocuparía—Yo soy el mapa, así que más te vale que me vayas cuidando—arrojó la mano de Gregor con fuerza

Gregor palideció, Astro sonrió con satisfacción.

—Tienes razón—Gregor retomó su postura tranquila y fría—Astro te daré la noticia—Astro cayó temiendo las palabras de Gregor—Viajaremos a nuestra primera misión, la segunda etapa de mi plan.

—A ¿sí?—dijo el rubio castaño sin interés

—Sí.

—¿o sea que ya empezaras a conquistar a los universos que encontraste en mí?.

—No, de hecho, te tenemos que examinar y examinar, ya sabes, cómo se hace con los mapas. Pero no atacaremos, no por ahora.

—¿Entonces?—Astro se intrigó, "Ahora que planea este loco" pensó el mapa.

—Vamos en busca de los elementales, los quiero para mi ejército. Porque si voy a conquistar universos solo con los cubos y los Pawns tengo posibilidades de perder, pero con los elementales tengo la victoria segura.

—Y ¿Cómo los encontraras?¿Además que es eso de los elementales?

—Ya los encontré, gracias a ti, no solo eres el mapa de universos, eres mucho más que eso. Y a los elementales, ya los conocerás.

—Ah—fue todo lo que dijo Astro, el chico solo quería regresar a casa, pero ahora estaba muy lejos de eso. 



Aventuras Espaciales: "The Map"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora