XIV

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Cada vez que hablo con él el tiempo se pasa volando, mi sueño se esfuma y mi rostro no deja de sonreír. Son las tres de la mañana y no hemos dejado de hablar. Es increíble cómo, a pesar de todo, siempre tenemos algo de qué hablar. Nuestros días son muy pesados, sin embargo estamos los dos hablando a esta hora. Ya faltan unas pocas horas para que yo tenga ir a estudiar, pero no quiero acabar aquí.

Son las seis de la mañana ¡Me he quedado dormida mientras hablábamos! Estoy muy avergonzada. Tengo la computadora frente a mí, aún conectada con él. Está dormido, que hermoso verlo dormir. Se ve aún más hermoso que despierto; su cabello despeinado, sus ojos cerrados y extrañamente duerme con una sonrisa en el rostro. Me siento en la silla de mi escritorio con la laptop y lo contemplo por un momento. Sigo sin poder creer cuán especial es para mí.



Pocas PalabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora