Capitulo Uno.

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—Mañana te veré, antes de irnos.— dijo Eliot a través del teléfono.

—No nos iremos a ninguna parte Eliot.

—Te irás a Chicago Claire.

—Prometiste que vendrías conmigo.

—Prometí muchas cosas, disculpa.

—No importa, buenas noches. 

Colgué. Ultimamente hablaba menos tiempo con Eliot, tenía la seguridad de que en cualquier momento dejara de llamarme. También tenía la seguridad de que yo era una idiota.

Eliot Pierce nunca prometía cosas, y cuando lo hacía, las cumplía, cuando prometió que vendría conmigo a Chicago estaba muy emocionada, pero al final entendí que sería la primera promesa sin cumplir. 

El mes pasado, la señora Pierce, su madre, mencionó que había llegado una carta de Columbia, se lo comentó a mi madre en el supermercado, entonces mi madre me dijo que Eliot nunca había pensado en ir a Chicago conmigo, solo estaba jugando, y entonces me eché a llorar, por que a pesar de que era solo mi mejor amigo, el chico extraño del final de la calle y el más endemoniadamente perfecto (bueno, era perfecto por que era mi amigo, claro), lo quería como nunca había querido a nadie, ni a mis padres. Mi mamá me dijo que siguiera mi camino y que en cuanto llegara a Chicago me olvidara de él. 

Cuando subí a mi habitación, después de pasar un buen rato en la estancia pensando en olvidar a Eliot, caí en la realidad de que eso no podría ser, por que mi mundo giraba alrededor de nuestra amistad de lo que significaba para mí.

Al día siguiente, el día que mi iría de Cincinnati para vivir mi vida, esperaba a Eliot sentado en el sofá comiendo de mi cereal favorito mientras mi padre cambiaba de canal cada tres segundos buscando algo que ver, pero ese día, Eliot no estaba, y al parecer, mi corazón tampoco.

—Buenos días cariño.— dijo mi papá cuando me vió bajar la escalera. —¿Lista para el mejor día de tu vida? 

Casi me echo a llorar de nuevo, por que no sería el mejor día de mi vida, sería un asco sin Eliot. 

—Creo que estoy lista.— y rápidamente me metí a la cocina para que mi papá no me viera. 

—Hola hija, te hice tu desayuno. — mi madre dejó un plato con huevos y tocino frente a mi. —Corre ¿si? hay muchas cosas que hacer hoy. 

Asentí ligeramente con la cabeza y luego me senté en un taburete alto. 

Recordé cuando Eliot me hizo de desayunar el día de mi cumpleaños, y que nos batimos la cara con mezcla de hot cakes y la cocina quedó hecha un desastre, pero al final fue un día increible.

Todo era monotomo, del plato a mi boca, del vaso a mi boca y así sucesivamente.  Era fascinante la forma en que me había acostumbrado a la presencia de una persona y que mi vida fuera insignificante. 

—Clarissa, tu papá va a meter tus cosas al auto.— mi madre entró a la cocina cuando ponía los platos en el fregadero. —Por cierto, habló Eliot, dijo que te veía en el campo en media hora.

Bueno, treinta minutos eran nada, aún estaba en pijama, con el cabello enmarañado y cara de aburrimiento. 

Eliot era, para describirlo rápidamente, la clase de chico incomprendido, pero no de la manera más extraña, simplemente era muy complicado, cualquier chica podría pensar que el y yo eramos algo más que amigos, por sus acciones, sus formas de ser conmigo y esas cosas. Pero no, Eliot solo era mi amigo. 

—Hey. —me habló Eliot desde la puerta. 

—Hey. —le contesté de vuelta. —Creí que habías dicho media hora. 

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⏰ Última actualización: Apr 01, 2016 ⏰

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