La primera vez que ocurrió, Karma era incapaz de distinguir la realidad de la ficción.
Con los ojos cerrados, sentado en su escritorio y la cabeza medio enterrada en sus brazos mientras se recostaba en la mesa, el pelirrojo estaba sumido en el estupor y el cansancio que había acabado haciendo mella en su cuerpo después de un día tan agotador.
Otro intento de asesinato. Otras tres tardes enteras en las que los alumnos se habían pasado planificando, entrenando y perfeccionando su estrategia y técnica para matar a su extraño profesor de una vez por todas. Tras una hora de clase y unos cuantos disparos se dieron cuenta de que obviamente no había funcionado. Aunque sinceramente, no sabían que esperar de aquello. Una parte de ellos ya sabía que por muchos planes y estratagemas que utilizaran contra Korosensei, este acabaría desbaratándolo de una forma poco convencional e inesperada. Así que ese día no había sido muy diferente, era como una especie de rutina para ellos que no les molestaba en absoluto. Aunque estuvieran siendo burlados y menospreciados por su objetivo a asesinar, realmente no importaba.
Lo único que hizo Karma al llegar al aula fue tumbarse en su mesa un momento y descansar mientras que Nagisa recogía sus libros, los cuales se había olvidado en clase el día anterior. Cuando el chico le llamó con timidez y le pidió que le acompañara para recogerlos, ya sabía lo que tocaba. Karma ya conocía de sobra a su amigo y tenía muy claro que el peliazul acabaría quedándose a hablar con Korosensi al menos unos cinco minutos dentro de esa clase en la que solo estaban ellos. Así que cerrar los ojos un momento no le haría mal a nadie ¿Verdad? No supo qué le pasó. Tal vez fue la inusual comodidad que encontró al estar sentado en esa silla de madera, el ambiente cálido que rodeaba la habitación, la luz tenue y anaranjada que se colaba entre las ventanas de la clase o la alegre y suave voz de Nagisa a lo lejos hablando con Korosensei. Tal vez fueron muchas cosas, pero cuando recuperó al menos parte de su consciencia, Karma sabía que tenía los ojos cerrados y que llevaba así un buen rato.
-"Me he dormido."- Pensó.- "Patético."
Quería abrir los ojos, de verdad quería, pero estaba tan cansado, tan cómodo y tan tranquilo que se le estaba haciendo imposible abrir los ojos. Sabía que Nagisa no le dejaría allí tirado durmiendo, así que inconscientemente dio por supuesto que el chico seguía en la habitación o que quería dejarle dormir un rato más. Puede que incluso hubiera ido con Korosensei a alguna parte, pero estaba seguro de que no se iría sin él y que aunque se fuera volvería para recogerle o para llevarle en brazos a su casa si hacía falta. Se serenaba tanto al pensar eso, que no podía evitar que su consciencia empezara a desvanecerse poco a poco, de nuevo. Haciendo que su mente se desconectara y volviera a rendirse al estupor, que poco a poco volviera a caer rendido y que no fuera capaz de distinguir con exactitud lo que pasaba a su alrededor.
Pero hubo algo que sí llegó a sentir.
Unos ligeros pasos aproximándose a él. Una presencia familiar a su lado. Una leve caricia en su pelo y su mejilla, tan suave que le habría costado sentirlo si no fuera porque parte de su adormecida mente estaba atenta a aquel toque. Una respiración cercana a la suya. Un murmullo que no llegó a entender. Y finalmente, una cálida y suave presión contra sus labios. Tan efímera, tan agradable y tan delicada que era comparable a una simple mariposa posándose en su expuesta piel. Pero no era eso, era imposible. Para Karma, que se encontraba con los ojos cerrados y su mente casi en otro sitio, aquello más que incomodarle o hacer que se despertara bruscamente, no hizo más que relajarle, hacer que se sintiera más cómodo y reconfortado por completo. Esbozó una leve sonrisa sin darse cuenta y se acabó durmiendo.
Cuando despertó, fue por una pequeña sacudida en su hombro. Al abrir los ojos con pesadez, lo primero que vio fue la sonrisa dulce y tranquilizadora de Nagisa, mientras el chico le miraba desde arriba con paciencia y tranquilidad.
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Secret Kisses
FanfictionEl primer beso fue cuando Karma era incapaz de distinguir entre la realidad o la ficción. El segundo ocurrió cuando él se hacía el dormido y Nagisa no sabía lo que estaba pasando. El tercero fue cuando ambos eran conscientes de sus acciones, pero no...