Si yo me acordara de levantarme todos los días con el pie derecho, lo haría. Pero mi mala memoria hace que sea un mal agorero. Trabajo mucho con la ley de atracción y desde que vi la película El secreto, de Drew Heriot, corroboré mi teoría: si quieres algo intensamente, unas ondas se trasladan desde la tierra y se expanden por todo el universo conspirando por tus anhelos, entonces todo se alinea y el deseo se cumple. Por supuesto que creó fervientemente en Dios. Sé que él es el rey del universo y si las hojas de los árboles se mueven es porque él lo quiere. Así que mi fórmula es muy básica: soñar, intensamente y creer en Dios.
