Hacia el final

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Estaba en el porche de mi casa, hacia frío, la calle estaba vacía ningún alma ala vista, no había nada. Más que el frío chocando en cada rincón de esta ciudad y de mi alma. Amaba el frío el motivo de que las personas permanecieran en sus casas.

Al entrar al auto, observé su foto que colgaba del espejo retrovisor, era en su cumpleaños 23, fue del año pasado en la foto sale sonriendo con una mancha de betún de pastel en la nariz y yo besándola en la mejilla.
Todo se me vino encima empecé a gritar y a golpear el volante una y otra vez con las manos cerrada, el claxon se accionaba cuando daba en el blanco.
Después de un rato me calme. Encendí el auto y lo puse en marcha.

Ya no había motivo por cual luchar, ella ya no estaba, por qué seguir aquí, todo lo que quería, ella; me había sido arrebatado, era como una burla después de tanta soledad y tanta miseria llegó ella y cambio todo, pero vamos la felicidad no dura y ahora ya no está.
Es como si el estar conmigo la haya matado, como si fuera culpa mía.

Cuando nos casamos, la recuerdo con ese vestido blanco que dejaba destapados sus hombros se veía hermosa, era tan hermosa, es tan hermosa, su cabello negro corto, su mirada y la sonrisa que tenía mezclada como si fuera a empezar a llorar de felicidad, yo por mi parte la observaba dando gracias por tenerla.
Como seguir después de eso, me preguntaba.

******
Cruzada de brazos se encontraba en el sillón.
Había llegado tarde, pase a la cocina había mucha comida, ella seguía en el sillón viendo televisión, era claro que estaba enojada
—Oh, amor lo siento tanto, no puede llegar.
Seguía sin querer voltear a verme.
—Oye, voltea —la tome de los brazos y la moví hacia mí.
Se vio obligada a dirigirme la palabra
—¿Qué quieres?
—Mira lo repondré, lo prometo.
—Lo sé amor no es que este enojada, solo era un detalle lindo para ti. -lo dijo con una voz tierna, que notaba que era sincera.
Las pocas veces que nos enojábamos seguía todo igual solo se sentía esa atmósfera rasposa. Nos amábamos, no había duda las personas que se aman no se enojan.
******

Baje del auto, se sentía el ambiente mucho más fresco que al salir de casa, empecé a caminar sin rumbo, sólo camine.

¡¡¿Por qué?!!  ¿por qué ella?, tanta gente mala y le pasa esto a ella, ¡¿por qué?! ¡¡Maldita sea!!Gritaba, en medio de aquella solitaria calle con sus alrededores lleno de bosque.

*******
—Te amo —dijo, mirándome fijamente.
—Yo también te amo —respondí, y la bese.
Permanecimos en la cama un rato hasta que nos levantamos a desayunar, después de un rato de observarla comiendo aquel pedazo de pan, me pregunto:
—¿Que me estás viendo?
—Quiero grabarte en mi cabeza, este momento quiero grabarlo para hacerlo eterno.
******

Y bueno... Ahora todos eso acabo y estoy en este puente a punto de acabar con todo y no hay nadie que me lo impida.
Estaré con ella o al menos ya no estaré más aquí, sin ella.
Sentía el aire fresco rozar en mi cara que hacía que mi cabello se moviera en todas direcciones.

Estoy con el pie en el aire
¡Es esto lo que querías maldita sea! —grite—, a la completa obscuridad de aquella noche.
Moviendo el pie en círculos observe hacia la profundidad del vacío, se miraba muy alto lo suficiente para matarme, para matar a cualquier persona, unas cuantas rocas grandes y unos arbustos se alcanzaba a ver en el fondo.
Ahí estaré pensaba, hay estará mi cuerpo, ahí lo encontrarán, pálido, destrozado... Muerto.

Antes de poner mi otro pie junto con el que estaba en el aire recordé:

—No lo hagas promételo —dijo.
Yo mirándola sin decir nada.
Promételo, no importa las circunstancias, solo dime que no lo harás, que no volverás a pensar en eso nunca más.
—Solo promételo —insistió ella—, por mí.
No podía prometerlo, mis promesas hacia ella eran cumplidas.
Empezó a llorar y dijo: —Sólo hazlo aunque yo ya no este.
Aun recuerdo como lo dijo: como si supiera lo que iba a pasar
—Lo prometo —le conteste—, la besé en la mejilla y la abracé.

No podía hacerlo, no podía fallarle otra vez. Me puse de frente hacia la calle subí una pierna sobre la barra de contención y luego la otra, me incorporé en la calle y observé todo el lugar.

Camine en dirección al auto al llegar abrí la puerta y entre en el coche, observé la foto que colgaba del espejo retrovisor. Estaba volteada hacia el frente sin poderla mirar, la tome con la mano y la gire.

No, ella no hubiera querido que lo hiciera... Yo tampoco lo quiero.

Hacia el finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora