Al terminar el castigo, nos retiramos el salón.
Ella tropezó por sus tacos y la ayude a levantarse, sin poder evitar notar que se le subió la falda.
Sus mejillas se volvieron rosadas.
-Gracias. -Susurro, y luego me guiño el ojo. Su voz es simplemente preciosa.
Ella tiene que ser mía.
Suspire, iba a lograrlo.
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pastel girl
Short StoryElla era perfecta, y lo sabía. Yo era un asco, mas me lo recordaba, día a día. De todos modos, ella iba a ser mía.