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17/9/2015

Sigo absorta en la manera de engullir de mis tres amigos. Miro como Sergio se está llevando a la boca un gran trozo de pizza al igual que Hugo, y como Leo coloca las patatas fritas sobre la pizza antes de darle un gran bocado. Miro mi plato, al contrario que mis amigos he optado por un la ensalada y el pescado, que aunque no está realmente malo, seguro que no es la mitad de delicioso que lo otro.

Suspiro, me he propuesto este curso cumplir una ciertas metas, en las que se encuentra el ejercicio y la dieta, para cuando llegue a la universidad todo sea distinto al instituto, y poder disfrutar como otra cualquiera.

- ¿Se sabe el destino de nuestro viaje de fin de curso? - pregunta Hugo dejándome ver todas su comida dentro de la boca.

No tengo reparos en lanzarle una mirada de asco, la cual pasa inadvertida para el moreno.

- Es aún confidencial

- Barragán, estás hablando con la presidenta estudiantil elegida tres años seguidos, dirígete a ella con la educación que corresponde - bromea Leo refiriéndose al castaño por su apellido.

Leo se gana un golpe en su brazo por mi parte.

- Venga Val, no hagas caso a estos inmaduros hippies que no van a tener futuro alguno y cuéntale al futuro abogado y propietario de una gran y prospera compañía, en que playa paradisíaca voy a enamorarme

Sergio intenta una de sus miradas utilizadas usualmente para conseguir todo aquello que desea, pero ya son muchos años con él como para saber pasar por alto sus encantos.


- ¿Tú enamorándote? - pregunta con burla Hugo.


- Tú cállate estrellita, por lo menos yo no utilizo mis fugaces historias con las chicas como fuente de inspiración para tus canciones - Se defiende el moreno.


Como respuesta veo volar un trozo de pizza hasta la cara de Sergio, pero este es suficientemente rápido como apartarse con facilidad.

- Deberías apuntarte al equipo de fútbol o al gimnasio, así conocerías a más chicas para tus canciones inconformistas - prosigue Sergio con una sonrisa.


- ¿Y tener que pasar más tiempo contigo? - Hugo gesticula una mueca de asco - no, gracias.


Noto como alguien hace presión en mi hombro, y no tardo en descubrir al dueño de la mano.


- Ey Val, nos vemos ahora en la reunión ¿no? - me pregunta Alex, uno de los alumnos que forman el conjunto estudiantil y también, uno de los chicos más guapos del instituto. Sé que suena a cliché, pero tengo un pequeño enamoramiento hacia él desde primer curso aunque él claramente, no lo sabe.

- Claro - le dedico una de mis sonrisas y él me la devuelve antes de saludar a mis amigos con la mano y dirigirse hasta la puerta del comedor.

- Claro - imita de una forma aguda mi voz Leo mientras pestañea muchas veces seguidas.

- Cállate perra sin sentimientos - le digo volviendo mi mirada hacia ella, no tengo ganas de que nadie la escuche y llegue a los propios oídos de Alex.

Marcos, un componente de la banda de Hugo se acercado a nuestra mesa y comienza hablar con los chicos mientras lanza miradas rápidas a Leo, quien parece demasiado ocupada con la pizza para notarlo.

Ruedo los ojos, nunca podré entender a mi amiga.

- De todas formas, no sé como podré pagar el viaje - le confieso.

- ¿Por qué no consigues un trabajo a media jornada? - me pregunta Leo - si estas interesada, van abrir un nuevo bar en el paseo marítimo y buscan gente joven además de atractiva, y tu cumples ambos requisitos.

Río ante el cumplido de mi amiga, y asiento con la cabeza. Si consigo un trabajo, seguro que pasaré menos tiempo en casa y podré escapar de mi madre un poco más.

19/9/2015

Me despido de los chicos quienes van discutiendo sobre algo otra vez, no entiendo como se pueden llevar tan bien esos dos polos opuestos.
Suspiro, la gente del instituto van desapareciendo mientras espero a Leo en la puerta.

Me prometió hace unos días llevarme a la prueba de trabajo en su moto, así que espero que busque el casco en su taquilla rezando por no llegar tarde.

Cuando estoy a punto de ir a buscarla, la veo bajar tranquilamente las escaleras mientras recoge su pelo castaño en un moño mal hecho, es la viva imagen de la pasividad.
Me ofrece uno de los cascos y la sigo hasta su vieja moto.

Leo conduce por las calles de la ciudad sin ninguna dificultad.

- ¡Estaba en rojo! - grito cuando se salta un semáforo en rojo.

- Calma compañera, estas en buenas manos - me contesta mientras ríe.

Procuro no pensar en cuantas normativas viales ha violado, y me prometo no volver a montar con ella a no ser que sea en caso de emergencia absoluta cuando aparca la moto frente un bar con un cartel en el que se puede leer ''Escape'' y empiezo a pensar que tal vez no sea buena idea.

Leo parece leerme la mente, a veces pienso que realmente ella es capaz, y me da una palmada en el culo para que me dirija hasta el local. Me obligo a mi misma caminar segura e intentar ocultar mi nerviosismo.

Cuando entro, sólo pienso en que Leo cumpla su promesa, y me espere hasta que salga.

Lo primero que diviso es un grupo de chicas bien arregladas con tops y faldas ajustadas mientras que yo opte por simples vaqueros ceñidos y una blusa con un poco de escote en v.
Las chicas ni siquiera me miran, están hablando casi en gritos observando casi embobadas el móvil de una de ellas, quien parece alardear sobre un novio bien caliente.

Ruedo los ojos y estoy a punto de irme pero una chica de menos estatura que yo y grandes ojos verdes se planta frente a mí con una gran sonrisa.

- Hola, soy Lourdes

Acepto su mano rápidamente.

- Valeria, encantada - le devuelvo la sonrisa.

Lourdes me invita a sentarme con ella en una de las mesas, mientras me cuenta cosas como ella pero lo hace tan rápido que sólo llego a entender que va a otro instituto y que odia a las otras chicas.

No puedo evitar reír, Lou que es como me ha pedido que la llame, me recuerda a Leo en gran parte, algo que me hace sentir más cómoda con todo el asunto del trabajo.

- Por cierto, ese no puede quitar sus ojos de ti

Me susurra Lou. Con el mayor disimulo me volteo para chocarme con un par de ojos marrones que me observan sin ningún tipo de vergüenza.

- Valeria Martín - pronuncia aquel chico sin apartar sus ojos - te toca

Cuándo oigo mi nombre pronunciado por él, olvido completamente a que he venido, solamente veo al chico moreno que sigue sin romper el contacto visual conmigo, lo cual me parece cada vez más intenso.
Cuando paso por su lado, me ofrece una sonrisa y me abre la puerta.

- Suerte linda

Intento contestar, pero parece ser que mis cuerdas vocales han preferido dejar de funcionar por lo que me limito a darle una tímida sonrisa y cerrar la puerta tras de mí.




La chica de oroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora