Metió las manos en los bolsillo de su abrigo. Hacía frió y estaba plenamente agradecido con su madre por obligarlo a llevar ese enorme pedazo de tela sobre el cuerpo.
YoonGi repitió varias veces en su cabeza lo que su madre le exigió comprar; no se le tenía que olvidar por ningún motivo o si no tendría que volver a casa. El muy idiota dejó su celular sobre el sofá.
Queso ultra cremoso, de ese que está a la derecha, a un costado del salame; repitió YoonGi las palabras de su madre en la mente.
Se detuvo en la acera antes de cruzar la calle, pero no levantó la vista del sucio pavimento, en vez de eso agudizo su oído para intuir si venía alguien. Al no presentir nada dio el primer paso, pero inmediatamente levantó la cabeza al escuchar el motor de una motocicleta, luego se escuchó el molestoso sonido de un frenazo y pudo ver en primera fila como la luz cegadora estaba delante de él.
—¿Estás bien?
A YoonGi no le pasó nada, estaba parado en el mismo lugar, con el mismo abrigo y con las manos en el mismo lugar en donde las metió en un inicio. Lo único que estaba distinto era su corazón que se movía inquieto, asustado.
Cuando las luces se apagaron tuvo que esperar unos segundos hasta que su vista por fin se acostumbró otra vez a la oscuridad.
Se lo encontró ahí, frente a frente, otra vez.
¿El destino lo estaba jodiendo o qué?
—¿Te hiciste daño? —Volvió a repetir el chico con la misma preocupación. Se bajó de la moto y se puso a un costado de YoonGi.
—¿Por qué siempre me termino encontrando contigo? —interrogó él de manera molesta.
El otro chico se quedó quieto en su lugar, mirándolo directo a sus ojos porque simplemente él tampoco entendía. No lo planeaba, obviamente no.
—¿Eres mi destino o algo así?
—¿Debería presentarme entonces? —habló el desconocido de inmediato, sorprendiendo a YoonGi.
—¿Estás aceptando que eres mi destino? —interrogó el mayor sintiéndose abrumado por la nueva noticia.
—Me llamo JiMin —dijo el chico elevando su mano hacia él, sin siquiera preocuparse si se estaba burlando o no.
Pero YoonGi simplemente sacó la mano de su bolsillo para pegarle un suave manotazo a la mano del contrario.
Definitivamente esa era una broma de mal gusto.
—Es un gusto JiMin. De verdad que es un gusto. —A pesar del tono sarcástico de YoonGi los dos se quedaron ahí, mirándose mutuamente por unos segundos.
Estaban en medio de la calle, pero a ninguno de los dos le importó, estaban demasiado pendientes de observar con dedicación al otro. Y fue extraño, especialmente para YoonGi, porque en ese momento sintió que las decisiones que tomó su destino no estaban tan mal del todo.
—¿Qué te parece si vamos a tomar un café? —preguntó YoonGi.
¡Al carajo con el queso ultra cremoso de su madre! Su destino le estaba dando la oportunidad y él definitivamente no la iba a desperdiciar.
JiMin le sonrió, pero luego de unos segundos esta sonrisa se borró, haciendo desaparecer la característica del chico que tanto tenía deslumbrado a YoonGi.
—Me gustaría, pero no puedo. Estoy trabajando.
Ese fue el primer momento en que YoonGi se percató de la motocicleta y la camiseta del chico, las cuales llevaban el nombre de la pizzería en la que trabajaba el más bajo.
—Aunque me queda una sola entrega. Si quieres puedes acompañarme.
—¿Entonces te puedo acompañar?
JiMin fue el primero en sonreír y en montarse en la motocicleta, haciendo un gesto con la cabeza para que se subiera detrás de él. Obedeció de inmediato y a pesar de que nunca se subió a esa clase de vehículo no se sintió asustado.
JiMin partió y YoonGi se afirmó de él por la cintura. Llegaron a una gran casa, donde el menor se bajó con rapidez a dejar la pizza al hombre que le abrió la puerta con una sonrisa.
Después fue todo aún mejor porque JiMin tuvo el afán de llevarlo a una plazoleta. Se sentaron debajo de un farol bien alumbrado mientras los dos hablaban cómodamente; JiMin sin preocuparse porque era tarde y no tenía que volver al trabajo y YoonGi ni siquiera recordó el queso de su madre, mucho menos si este se encontraba al lado de la lechuga o del cereal.
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4 Pizzas + 1 Regalo • || Yoonmin ||
Fanfiction|•| Encontrarse cuatro veces con un chico podría ser algo singular. Que todas esas veces tengan que ver con alguna pizza también podría llegar a llamarse "casualidad". Pero toda casualidad tiene un límite donde después pasa a llamarse extraño y defi...