Caminé con Kai aquella noche, hacía frío, deseaba no estar tan tomado, o no lo estaba, ni sabía, era mi primera vez tomando, así que supongo por eso me sentía demasiado extraño.
ㅡ¿Estás bien?¿Tienes frío? ㅡ Solo asentí con la cabeza, no podía hablar muy bien, aparte de que la escena de antes me tenía aún incómodo, la mano de Kai era tibia, sin embargo la mía estaba fría, me sentía un completo idiota, tal vez estando consiente no podría estar tan cerca de él, no sé cuánto tiempo caminamos, antes de que él empezara a hablar.
ㅡHace algún tiempo que me agradas LuHan, demasiado a decir verdad, sé que Tal vez te sientas extraño por esta situación y siento si te he incomodado, solo quiero decirte que te quiero.
ㅡN-no. . ㅡTartamudeé, mientras una pequeña lágrima se deslizaba por mi rostro y es que estaba demasiado emocionado, yo nunca habría podido decirle nada.
ㅡ¿No?
ㅡQui-e-ro decir que no, no me incomodaㅡ Que estúpido me sentía, seguramente ahora se arrepentiría de las palabras que me había dicho, vamos LuHan, vamos deja de tartamudear y lloriquear, me animé mentalmente, sin darme cuenta, estábamos a las afueras de mi casa, la oscuridad invadía la entrada así como las calles, no es que fuese un vecindario muy lujoso, Kai me sostuvo el rostro y secando mis lágrimas con sus pulgares, acercó luego su rostro al mío atrapando con sus labios los míos, se sentía suave, dulce, húmedo, mi corazón comenzó a latir sin freno, tomé su cintura, acercándolo a mí, necesitaba tenerlo cerca, mis labios trataban de seguirle el ritmo sin embargo todo aquello se había vuelto en algo más loco, tanteé la perilla de la puerta con la mano y girándola abrí la puerta, pronto nos hallábamos dentro de la casa, con tan solo pequeños rayos de luz de las lámparas de la calle que se colaban por la ventana que iluminaba el interior, los labios de la persona que quería estaban posados en mi cuello, dejando succiones a su paso, maldecí mentalmente mientras leves jadeos no dejaban de salir de mis labios, deslicé mis manos por el torso de Kai hasta su entrepierna, empecé a masajear aquel bulto que se había formado debajo de su pantalón en un par de minutos, él aferrándose a mí desesperadamente, besó mis labios a la par que colaba su diestra por dentro de mis pantalones, su mano estaba demasiado tibia podía sentir su acelerada respiración deslizarse por mi cuello, nunca, nunca había tenido relaciones con un chico. Tenía un poco de miedo, pero era más la necesidad por dejarme envolver por el cuerpo ajeno, que mis propios temores. . .
[ Continuará. . .]
