¿Qué pecado elegir?

Soberbia.

Soberbia

Sonreí y al fondo vi a alguien parado.

Claro, un nuevo pecando que conocer.

Me fui acercando, a pesar de la oscuridad lograba divisar una figura humana alta, y un cabello muy largo.

¿Una mujer? ¿O un hombre con cabello largo?

—No soy una mujer, mucho gusto conejita, soy Soberbia uno de los siete pecados capitales, mi nombre Gajeel— dijo mientras se acercaba a mi.

Chasqueo los dedos y la oscuridad cambio por una luz tenue y enfrente mío, un ventanal.

—Acércate conejita, mira a través del vidrio. ¿Lo ves? Este es el mundo donde vivías, estas personas son inferiores a ti. ¿Lo notas?— dijo y los vi, a todo el mundo, corría como algo normal, a sus trabajos, a la universidad, a todos lados.

—Observa tu reflejo, ahí estas tu.— me susurro mientras señalaba a mi reflejo, y ahí estaba, increíble, guapísima, estaba...como una reina.

Un vestido color azul petróleo, unos tacones negros, mi cabello suelto con ondas. Me veía, jodidamente sexy.

—Mira a esas mujeres, no te llegan ni a los talones, podrías ir y pisotearlas, nadie se te negaría en nada, ¿Lo ves?, ya no luces como una niña, eres toda una mujer.— se quedo mirando el ventanal— Tienes todo el dinero del mundo, nadie podría tocarte, ni tus padres, ni tu perra hermana, nadie. ¡Tendrías todo!— grito mientras estiraba sus manos en forma de triunfo.

Me acerque mas al ventanal y veía a chicas que si en mi vida las hubiera visto me sentiría inferior. Pero ahora, ellas son las diminutas, solo mírenme, soy perfecta, mi cuerpo, mi cabello, yo. Soy la perfección. Soy hermosa y ellas... Esconden todo bajo el maquillaje, yo no lo necesito. Ellas si.

—Demos un paseo conejita— chasqueo los dedos y aparecimos en una avenida muy transitada, caminaba de brazo de Gajeel, y toda la gente me miraba, los chicos me veían y enseguida podría asegurar que se les ponía dura de verme, y las mujeres se mojaban de placer.

Así es, es fácil leer a los humanos.

¿Humanos? ¿Soy humana?

—No, ya no eres humana, solo un alma guiada por mi padre— respondió Gajeel, sacándome de mi pequeña duda.

Seguimos caminando y la gente se hacia a un lado, como si fuera una persona importante. ¡Lo soy!

Veía a las personas y algunas se inclinaban como si fuera alguna princesa.

¿Qué demonios?

—Eres una princesa, si quieres yo puedo hacerlo y darte todo, y quitarles a ellos lo que mereces, vamos conejita, veamos como pisoteas a tus padres.— el panorama cambio y yo estaba dentro de una oficina.

—Conejita, hay una nueva cuenta, una cuenta fantasma la cual se esta llenado todo el dinero del mundo a esa cuenta, y es tuya. No te preocupes, no pueden buscar a alguien que ya ha muerto, el dinero que era de tus padres ahora es tuyo, ¿recuerdas que mataste a tus padres? Bien, pues ellos aun no lo saben y no lo sabrán. Así es como te llegara dinero.— pero. ¿Para que necesitare dinero?

—¡Al diablo todo! ¡Gástalo como te venga en gana, pues conmigo estarás en el mundo en que vivías y podrás tenerlo todo, nadie estará arriba de ti, solo tu estas en la cima, todas las riquezas, todo será tuyo, elígeme y te responderé bien. Aquí lo tienes todo.— dijo mientras se sentaba y me veía con esos impactantes ojos rojos que poseía. Su sonrisa de lado me estremeció.

—Yo... Yo, quiero todo, nadie me volverá a humillar, nadie me volverá a usar, ni nada. Quiero todo para mi, yo... ¡Te veré en el final Gajeel!— grite mientras el se ma acercaba y una vez me susurraba.

—Recuerda que nadie esta arriba de ti, solo tu estas en la cima, te veré después conejita— mientras me daba una palmada en la cabeza.

¿Lo quiero todo?

La verdad es de que si. Quiero todo lo que no tuve, porque me lo merezco, y ellos no.