Cuando leí su nombre sentí que el corazón me explotaba. Mis ojos se llenaron de lágrimas.
No tuve mas remedio que ahogar los sollozos debajo de la almohada. Oí un ruido en el pasillo, me dio igual.
¿Que sentido tenía ahora? ¿Por qué razón iba a luchar ahora en mi día a día?
Ya no había motivos, no quedaban.
¿Y la ilusión?
Podría esperar. Dejar que el tiempo pasara.
Pero no sería lo mismo. No.
Ya nada sería lo mismo.
Se acabó.