La tormenta ya había pasado.
Bueno, no del todo.
Aún quedaba alguna nube que amenazaba con llorar de nuevo.
Llorar... Sólo si quedaba lluvia para llorar.
Pero parte de la ilusión había vuelto. Por fin.
La extrañaba, y me sentía vacío.
Incompleto.
Pero aún así, la tormenta había pasado.